POR ERINIA PERALTA
De niña pensaba que había un humano detrás o dentro de ciertos objetos,
pensaba por ejemplo, que un pequeño hombre, quizás un duende, vivía dentro de los semáforos y era quien
decidía si verde, rojo o amarillo o que la vecindad del Chavo quedaba dentro de
la TV. Supongo que la ciudad de Berlín también creía lo mismo, por eso sus
semáforos peatonales tienen un pequeño hombre que indica cuando sí y cuando no
y se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad.
He vuelto a pensar en ello, en esa idea de que detrás de todo a nuestro
alrededor está el componente humano operando constantemente, lo cual es así y
si es así, resulta lógico que las ciudades, operadas y compuestas por humanos,
sean pensadas y diseñadas para los
humanos. Pero, ¿qué significa esto? Se supone que el crecimiento y
desarrollo de una ciudad responde a un plan, un plan que esté regido por el
derecho que tenemos a la ciudad, uno cuyo norte sean las personas.
Sobre el “derecho a la ciudad” (no, no es un derecho nuevo que pondrá a
algún legislador a crear una ley) David Harvey
plantea que “La cuestión de qué tipo de ciudad queremos no puede estar
divorciada de la que plantea qué tipo de lazos sociales, de relaciones con la
naturaleza, de estilos de vida, de tecnologías y de valores estéticos deseamos.
El derecho a la ciudad es mucho más que la libertad individual de acceder a los
recursos urbanos: se trata del derecho a cambiamos a nosotros mismos cambiando
la ciudad. Es, además, un derecho común antes que individual, ya que esta
transformación depende inevitablemente del ejercicio de un poder colectivo para
remodelar los procesos de urbanización”. (Harvey 2009)
Una ciudad
humana, donde se respete el derecho a la ciudad, deberá ser una en que exista: Ejercicio pleno de la ciudadanía y
gestión democrática de la ciudad, Función social de la ciudad y de la propiedad
urbana, Igualdad, no discriminación, Protección especial de grupos y personas
en situación de vulnerabilidad, Compromiso social del sector privado, Impulso
de la economía solidaria y políticas impositivas progresivas, Planificación y
gestión social de la ciudad, Producción social del hábitat, Desarrollo urbano
equitativo y sustentable, Derecho a la información pública, Libertad e
integridad, Participación política, Derecho a la justicia, Derecho a la
seguridad pública y a la convivencia pacífica, solidaria y multicultural,
Derecho al agua, al acceso y suministro de servicios públicos domiciliarios y
urbanos, Derecho al transporte público y la movilidad urbana, Derecho a la
vivienda, Derecho al trabajo, y Derecho a un medio ambiente sano y sostenible.