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11 de enero de 2024

Simone Biles se sincera sobre su vida de casada, los Juegos Olímpicos de París y su punto en común con Taylor Swift: "Creo que todo el mundo quiere ser famoso, pero cuando te sucede, es como darte de bruces contra la pared"

 La gimnasta estadounidense abraza un nuevo gran capítulo, después de Tokio, superar diversas dificultades y encontrar el amor verdadero con Jonathan Owens.

POR LEAH FAYE COOPER    FOTOGRAFÍA DE ADRIENNE RAQUEL  TRADUCIDO Y ADAPTADO POR DARÍO GAEL BLANCO    Vanity Fair

“Puede que le gustes”, me dice Simone Biles medio en serio,
 medio en broma.

Es jueves por la noche en The Woodlands, un elegante suburbio de Houston, Texas, y la mejor gimnasta de todos los tiempos y yo estamos cenando en Sixty Vines, un restaurante conocido por su cocina de temporada y su oferta de 60 vinos de barril. Biles eligió el restaurante: es uno de sus favoritos y es clienta asidua. Pero a medida que se suceden los platos cortesía de la casa —lubina a la brasa, solomillo y, más adelante, una jugosa tarta de toffee y una tarta de queso vasco traída por el chef en persona, Mikail Sayeed— pone de relieve que esto “nunca había pasado”. Según Biles, debe querer impresionarme a mí, una escritora irreconocible, y no a ella, atleta olímpica en dos ocasiones en posesión de 37 medallas olímpicas y de campeonatos del mundo, más que nadie en la historia. “Me da que no es por mí, pero haremos como si fuese el caso”, respondo, tras enumerar un mínimo de tres personas mirando, con toda seguridad, hacia ella.

Lucir su sentido del humor como si fuese uno de sus leotardos es, presumiblemente, una de las maneras en que ha conseguido sobrellevar una vida y carrera marcada por los subidones de récord y los bajones atroces. Tras un parón de dos años después de los Juegos Olímpicos de Tokio, Biles volvió a la competición el pasado mes de agosto en el campeonato nacional de gimnasia celebrado en San José, California. Allí, la atleta de 26 años se hizo con su octavo título nacional, convirtiéndose en la deportista más longeva en lograr la victoria y batir el récord estadounidense de siete campeonatos del difunto Alfred Jochim, que llevaba inamovible desde 1933. En otoño, en el Campeonato Mundial de Gimnasia Artística de 2023, celebrado en la ciudad belga de Amberes, Biles se convirtió en la gimnasta más condecorada de la historia tras conseguir el oro en el concurso completo individual (su sexto título, acumulando más que ninguna otra mujer), en barra, suelo y plata en salto de potro. También se convirtió en la atleta estadounidense más longeva en obtener dichas medallas. “Sentí que volvía a estar en mi elemento y fue emocionante, pero estaba aterrorizada. Tenía el entrenamiento con el que respaldarlo porque habíamos trabajado muy duro, pero estaba muerta de miedo. No estaba tan cómoda ni confiada como habría querido”, reconoce. Más allá del impacto de sus nervios, desde luego no impidieron que se marcase un Yurchenko doble carpado, el primero ejecutado por una mujer en una competición internacional. El movimiento, que consiste en una rondada para entrar de espaldas sobre el potro y después ejecutar un doble mortal con las piernas extendidas, ha pasado a ser conocido desde entonces como el Biles II, con lo que el fenómeno de 1,42 de estatura ya acumula cinco acrobacias con su nombre.

“Fue bastante sorprendente. Solo permitirme a mí misma el riesgo de ser vulnerable frente a una multitud al volver a competir ya fue una victoria para mí”, admite con genuina modestia.

Amberes también supuso una refrescante mezcla de nostalgia y normalidad. Biles compitió por primera vez en el Campeonato del Mundo precisamente allí hace 10 años, pero no pudo explorar la ciudad como en esta ocasión. Acudió a una cafetería para disfrutar de un auténtico gofre belga, “lo cual fue una pasada”, según ella, y exploró la arquitectura y las tiendas del casco antiguo de Amberes. Al igual que muchos de los sitios que ha visitado debido a su carrera, Amberes está, tanto literal como metafóricamente, a unos cuantos mundos de distancia de sus orígenes.

Nació en Columbus, Ohio, hija de una madre biológica que luchaba por cuidar a sus hijos al tiempo que lidiaba con la adicción, motivo por el cual Biles pasó sus primeros años de vida entrando y saliendo de hogares temporales de acogida. A los cinco años, Biles y Adria, su hermana menor, fueron adoptadas legalmente por su abuelo materno, Ron, y su mujer, Nellie, a quienes considera sus padres. Ellos las criaron junto a sus dos hijos en Spring, Texas, el barrio de Houston que la gimnasta sigue considerando su hogar. Sus dos hermanos mayores, Ashley y Tevin, fueron adoptados por Harriet, la hermana de Ron. A los seis años, Ron y Nellie la apuntaron a clases de gimnasia.

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