Por Henry Osvaldo Tejeda
A veces, a uno se llena de una gran aprehensión cuando de repente, alguien te enseña algo a medias y uno se imagina que es algo que estamos esperando desde hace mucho y que ahora, por fin, ya se dio. Eso se llama en buen dominicano "hacer cocote" con algo.
Hace días estuve en un programa de radio al cual visito de vez en cuando porque los integrantes del staff del mismo, son mis amigos y a veces, hasta interactúo con ellos. Regularmente interactúo vía telefónica.
Pues bien, un diputado que estaba ese día invitado al programa, tenía una de esas llamadas "tablas" o "tabletas" informáticas, las cuales se usan para todo (de momento inventarán un aparato para asar batatas de manera instantánea en los vehículos).
Es una vaina carísima, no apta para chamberos (léase, empleados de clase media baja) y mucho menos para "descascaraos" (léase, persona pobre que está a una mano de pintura de firmar con los carmelitas por falta de comida; los hay "descascaraos" de inteligencia, como lo es el casi presidente saliente de un partido de oposición al que las bases le tienen "lo suyo").
El diputado invitado al programa, nos enseñó de lejos y muy brevemente el titular de una noticia. Cuando uno de los componentes del programa lo vio, tiró un brinco y dijo: ¡Santo Dios, tu si eres grande! ¡Por fin, por fin, aleluya! ¡Ahora sí que estamos hablando! ¡Amén Jesús! ¡Aleluya!
Todos nos quedamos atónitos preguntándonos, qué fue lo que pudo haberle causado tanta alegría a ese comunicador. Fue tanto el alboroto que, el estaba en los controles del estudio de la emisora, que no era otro que Carlos Rodríguez, se fue a unos anuncios comerciales para, al parecer, digerir bien esa bendición que le había ocurrido ese día.
Ya en el receso, Carlos le pidió al invitado, que no era otro que el diputado Eugenio Cedeño, le enseñara la noticia porque desde que terminara el programa se iba a ir a celebrar por todo lo alto la gran novedad ocurrida en La Romana.
Eugenio abrió tranquilamente "la cosa esa" llamada Tabla y le mostró la noticia a Carlos; el titular decía algo como: DESTITUYEN ALCALDE EN BRASIL......."
Carlos se quedó de una sola pieza porque, según nos dijo, pensó que había sido al alcalde de La Romana.
Entonces fue cuando se la cogió con Eugenio, encarándose con el diputado porque, según él (Cedeño) no debió pasar tan rápidamente "la cosa esa" por la cara de los presentes sin darles tiempo a leer el titular completo.
Eugenio le decía que él no tiene la culpa de que Carlos se esté imaginando cosas por tan solo ver unas cuantas palabras escritas y que luego se imaginara el resto del titular. Carlos estaba tan contento que, donde decía Brasil, leyó La Romana.
¡Anda pa'l carajo! jajajajajaja
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