La subordinación a la especulación inmobiliaria, los intereses de la industria de la construcción y la negligencia del Gobierno en la construcción de viviendas causaron la tragedia en Río de Janeiro, según experto.
La dimensión humana de la tragedia provocada por las lluvias en el estado de Río de Janeiro también se puede ver en los medios europeos, en imágenes de las aguas y el lodo arrastrando todo lo que se halla a su paso y del dificultoso rescate de las víctimas. Hasta la mañana del viernes (14/01/2011) se contabilizaban más de 500 muertos, y las lluvias continúan. La prensa brasilera habla, entretanto, de la “peor catástrofe natural en la historia del país”.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, viajó hasta el lugar de la catástrofe y dijo que “en Brasil siempre se actuó con total negligencia hacia la parte más pobre de la población, que construye sus casas en las laderas de las sierras o a las orillas de los ríos”. Dilma Rousseff prometió ayuda por la suma de 780 millones de reales (unos 356 millones de euros), y dijo que a ésta le seguirían otras medidas.
El gran volumen de agua provocó deslizamientos de tierra en las ciudades serranas de Teresópolis, Nova Friburgo y Petrópolis. El gobernador del Estado de Río de Janeiro, Sérgio Cabral, declaró que se están poniendo a disposición los recursos necesarios para reconstruir los municipios, que son importantes centros turísticos, y que están sufriendo “debido a las fuerzas de la naturaleza, combinadas con la construcción irregular”, dijo Sérgio Cabral.
“Con todo respeto al gobernador, esa es una declaración totalmente infundada. La culpa de las tragedias de este tipo no es de la naturaleza. (…) Las tragedias naturales no existen, sólo existen las tragedias sociales, que se resumen en la forma en que la sociedad organiza la construcción en relación con el medioambiente”, contrapone Carlos Vanier, especialista en planeamiento urbano y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
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