Diana Rodríguez - El Caribe
Lograr la implementación eficiente de los
corredores de autobuses y que se mantenga en el tiempo como un proyecto exitoso
en materia de transporte rompería la vieja cadena de intentos fallidos que
impiden a la población el disfrute de un sistema de movilidad integral masivo y
digno.
La historia registra que desde la caída del
régimen de Rafael Leónidas Trujillo, los intentos por adecentar y colectivizar
el transporte público de pasajeros, salvo algunas excepciones, terminaron en
fracaso.
Como un agujero negro, este sector ha atraído
a su centro cuantiosas inversiones del erario que se desvanecieron a poco
tiempo de cada esfuerzo.
Los proyectos y programas implementados en
diferentes épocas y en distintos gobiernos no han logrado satisfacer la
necesidad de movilidad de la población en un sistema eficiente, por el contrario
han agravado más la crisis en el transporte y otorgado poder a un grupo de
“sindicalistas” capaz de “paralizar” el país con un llamado a huelga.
Una investigación de la autoría de Erick
Dorrejo, Karina Negrín y Cesar Pérez reseña que entre 1961 y 1966, en la ciudad
de Santo Domingo, la gestión del sistema de transporte estuvo marcada por la
dinámica política del momento.
“La búsqueda de consensos y de apoyos
clientelistas favoreció una política en beneficio de la pequeña propiedad de
medios de transporte, la transformación del uso de carros privados a vehículos
de servicio público, que aumentaron la oferta de transporte (urbano e
interurbano) por encima de la demanda”, destaca el estudio titulado el Sistema
de transporte colectivo en la articulación del Gran Santo Domingo.
Los especialistas en la materia señalan a
Joaquín Balaguer como un abanderado en las inversiones relacionadas con el
sector transporte, línea que siguió en 1966. Fue cuando formó la Corporación de
Transporte Municipal y adquirió los primeros autobuses Blue Bird para el
transporte, tras las protestas del sector choferil. Asimismo, se entregaron
exoneraciones.
Otro intento se dio en 1975 con la creación
de la Corporación de Transporte Colectivo, a través del cual se adquirieron y
administraron 94 autobuses, con 7 rutas, pero, según la citada investigación,
“la improvisación, la corrupción y la mala administración acabaron con el
esfuerzo”.
Cuatro años más tarde, en la gestión del
presidente Antonio Guzmán Fernández, en el fogueo de las protestas contra su
Gobierno, se crea por decreto la Oficina Nacional de Transporte Terrestre
(Onatrate).
Según plantean los estudiosos de la materia,
el objetivo de esta entidad era desplazar el transporte en “concho”, pero un
tiempo después en la administración de Jorge Blanco, Onatrate vio su fin. A
este mandato también se le atribuye la entrega de exoneraciones al sector.
Amadeo Lorenzo Ramírez (Mabí), sindicalista
de larga data, y quien fungió como asesor en materia de transporte en el
Gobierno de Antonio Guzmán, narra a elCaribe que siendo Rafael Estrella (Papi)
alcalde la capital, se produjo una entrega de unidades de guaguas nuevas a los
sindicatos.
En su memoria mantiene vivos los recuerdos de
un movimiento de protestas que tuvo lugar meses después de la llegada al poder
de Guzmán. Las manifestaciones abarcaron casi todo el país. “Los barrios
estaban alzados”, cuenta.
Con un transporte en manos del sector privado
y sindical, la respuesta del Gobierno no se hizo esperar.
“Recogimos todas las unidades que había en
las empresas importadoras de autobuses y minibuses, incluso sacamos de la
Aduana todas las que estaban ahí y lo tiramos a la calle, de ahí sale Onatrate,
con su gerente que era el ingeniero Pérez Polanco, y nosotros como asesor,
trajimos de Brasil unos minibuses y unas guaguas grandes. La gente dejaba su
carro en su casa y se iba en el transporte colectivo porque era eficiente”,
afirma quien también fuera secretario general de la Unión Nacional de Choferes
Independientes (Unachosin).
El dirigente político aún sigue creyendo en
la viabilidad de un proyecto que no llegó a materializarse en el gobierno de
Guzmán, y que fue rechazado por su sucesor Salvador Jorge Blanco, quien le dijo
a Ramírez: “Yo tengo mi propio plan de transporte y aplicaremos el de
nosotros”, palabras que surgieron cuando este técnico fue a entregarle los
estudios de esta nueva estrategia.
Se trataba de una iniciativa “para eliminar
definitivamente el sistema de concho”, cambiando esta modalidad por taxis.
Incluía varias terminales.
“Nosotros íbamos a comprar todos los carros
de concho, y esa era la cuota que iban a poner en un sistema de cooperativa,
íbamos a poner un gerente para la administración”, para garantizar el retorno
de la inversión. Habla de un tipo de alianza donde los choferes integraban la
cooperativa y el gobierno buscaba los recursos a través del Banco de Reservas para
comprar las unidades nuevas de carro.