RAFAEL PERALTA ROMERO
Escuché a un
comentarista de un programa radial vespertino opinar que quienes en el proceso
electoral que culmina este fin de semana, en República Dominicana, asumen el
lema “vergüenza contra dinero”, están derrotados. Ese seudocomunicador es
abanderado de las candidaturas que tienen mucho dinero y lo emplean para
engrasar su maquinaria electoral.
La facción que persigue continuar en el disfrute de los bienes
públicos equivale a un grupo de poder en sentido amplio. Por la política
accedieron al capital financiero y se han constituido en eficaces acumuladores
de capital. Esos mismos recursos les sirven de base para una práctica política
espuria que los lleva a acumular más poder.
En la película Ciudadano Kane, de 1941, dirigida y escrita por el estadounidense Orson Welles, el personaje
principal –Kane- se dedicaba a acumular
cosas en su majestuosa mansión: obras de arte, objetos, muebles, joyas. Tuvo
todo lo que quiso, pero no fue feliz. Reunía todo tipo de cosas, pero carecía
de quien lo quisiera.
Los Kane de aquí acumulan mansiones, autos de lujo,
inversiones, mucho dinero. Alguna gente se acerca a ellos en busca de
beneficios. Como están donde hay, le dejan caer migajas a menesterosos
políticos, que asumen el compromiso de trabajar para ellos, y así puedan seguir succionando las tetas de la res pública, sin pudor ni
rubor.
Estos ciudadanos no tienen amigos, pero cuentan con gente que los celebra y los canta.
De ahí tantos movimientos de apoyo a las candidaturas oficiales. Todos van a
buscar, dejando de lado sus
convicciones. Ellos no tienen
seguidores, tienen beneficiarios. Nadie los quiere, pero se granjean apoyo, aun
fuere fingido, de sujetos prostituidos.
El expresidente Leonel Fernández ya saboreó la amargura de comprobar hasta dónde sirve la simpatía comprada. Legisladores que le juraban lealtad cayeron rendidos ante el
soborno del presidente Danilo Medina
para que le arreglaran la Constitución conforme a su interés de repostularse.
El espíritu pudo ser pronto, pero la carne fue flaca.
No es que los Kane del gobierno sean engañados por sus clientes, quienes
establecen con ellos una relación de fingimiento para asegurarse
nombramientos y contratas u otros favores. No, tampoco ellos quieren a nadie,
para ellos solo cuenta su dinero. Su afán por la política lo motiva
el interés de alcanzar sus fines
pecuniarios.
El pueblo dominicano tiene el gran reto de detener la
voracidad de un grupo de ciudadanos que, a diferencia de Kane, quien acopiaba cosas, acumulan cosas y
acumulan dinero sucio, mucho dinero. Para ellos, vergüenza y ética son palabras
risibles, como proclamó el politiquero
que hace de comentarista en un espacio radial de la tarde.