Colaboración especial de Andrés Acevedo, de Santiago de los Caballeros
SANTIAGO DE LOS
CABALLEROS.- El país no anda bien. Para mejorar un poco el desorden en que se
encuentra, es necesaria una reingeniería en lo que concierne a los aspectos
históricos, morales y educativos de la sociedad dominicana. Se ha perdido la
cordura, el respeto a todos los niveles.
La educación recibida
por los estudiantes es cuestionable, la calidad de los textos escolares resulta
insuficiente. También es evidente la poca vocación del maestro hacia tan bella
carrera como lo es el magisterio.
Los jóvenes de hoy,
en su mayoría, no muestran interés por los estudios ni en conocer el legado de
sus antepasados. Les aterra la lectura, la cultura general, el análisis
ponderado de los temas puntuales de nuestra nación, la racionalidad en el
sentido amplio del término.
“…desaprensivos,
entraron al parque que lleva su nombre, ubicado en el Ensanche Bermúdez, frente
a la avenida de Circunvalación y le cortaron la cabeza al busto creado en su
honor”
Viven inmersos en la
fantasía, en el consumo sin importar consecuencias. Se sienten a gusto en lo
banal, en lo mediático. Pernocta un mundo de burbujas generado por la
publicidad, en ocasiones subliminales de los medios de comunicación nacionales
y extranjeros.
Todo esto, créalo o
no, distrae, obnubila, enajena, mantiene en un limbo a nuestros jóvenes y
adultos, en un ambiente distante de la realidad. Hago estas acotaciones para
decirles que por estar inmerso en ese mundo virtual, de alienantes espejismos,
pasan desapercibidos hechos que ameritan serias reflexiones, como lo que le
contaré a continuación.
El miércoles 19 de
diciembre del año 2012, el Ayuntamiento Municipal de Santiago de los
Caballeros, levantó frente al Hotel Matún, un monumento en recordación al 47
aniversario de la batalla que se escenificó en ese lugar y donde perdió la vida
el coronel Juan María Lora Fernández.
Mientras la multitud
integrada por personalidades civiles, militares y público en general esperaba
la inauguración, llegaron muy molestos el combatiente constitucionalista Claudio
Caamaño Deñó y su hijo Antonio Caamaño Vélez.
El enfado de ambos se
debió de acuerdo me manifestó su hijo, a que se habían trasladado antes de
empezar el acto al Cementerio Municipal El Ingenio, a depositar una ofrenda
floral al héroe de abril y mártir de Playa Caracoles, Juan Ramón Payero Ulloa.
Cuando llegaron al camposanto, se llevaron tremenda sorpresa, sus restos habían
sido sacados del nicho en que se encontraban y tirados a una fosa común, por
atraso en el pago del nicho, según palabras de los entonces encargados.
Recuerdo ver llorar
de impotencia a Antonio Caamaño Vélez, quien me suministró una tarjeta con su
número telefónico y nos encomendó al hoy regidor José Díaz Cabrera y a mí, que
hiciéramos diligencias para recuperar sus restos de la fosa en que fueron
lanzados.
Me dijo, recuerdo
perfectamente, que el cráneo de Payero tenía el orificio de un tiro y que eso
hacía fácil identificarlo.
Quiero aclarar, que
no busco protagonismo de ninguna clase en este aspecto, pero sí realicé mi
labor comunicando a amigos militantes de izquierda, a ex izquierdistas, a
periodistas, a personas ligadas a luchas revolucionarias, sociales y
comunitarias.
A tres años de
cometida aquella herejía aún no he tenido respuesta. Pero sucedió, que poco
tiempo después se cometió otra afrenta contra la imagen heroica de Juan Ramón
Payero Ulloa, cuando desaprensivos, entraron al parque que lleva su nombre,
ubicado en el Ensanche Bermúdez, frente a la avenida de Circunvalación y le
cortaron la cabeza al busto creado en su honor.
La comunidad del
Ensanche Bermúdez, donde nació Payero, que antes se caracterizaba por sus
constantes luchas sociales y reivindicativas, se muestra indiferente a estos
acontecimientos.
Lo triste del caso,
es que casi frente al Parque Ramón Payero Ulloa, se construye un multiuso
deportivo millonario, mientras el busto sigue decapitado.
Juan Ramón Payero
Ulloa, nació en Santiago de los Caballeros, sector Ensanche Bermúdez, en el
1951.
Enfrentó con el fusil
en las manos a la tropa interventora norteamericana en el año 1965. Luego
acompañó al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, en el desembarco de Playa
Caracoles, Azua, el 2 de febrero de 1973. Muere en combate, el 21 de marzo de
1973, en la loma El Mogote, Bonao.
Desde mi particular
punto de vista, hay instituciones que debieran de poner más dedicación a lo que
le compete, por ejemplo: Fundación Francisco Alberto Caamaño Deñó Filial
Santiago, Efemérides Patrias y muchos organismos disfuncionales encargados de
velar por la preservación de asuntos históricos y culturales del país.
Espero que el 24 de
abril del 2015, cuando se conmemore el 50 Aniversario de la gesta patriótica
que enfrentó con coraje el desembarco de la tropa Yanki a nuestra isla, no
tenga que referirme de nuevo a este crimen perpetrado contra nuestro héroe y
mártir Juan Ramón Payero Ulloa.