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10 de diciembre de 2025

Brunello Cucinelli: “A mi padre no le humillaba la vida de campesino, sino la de la fábrica en la ciudad.

 Nos dejó a los 100 años. En sueños siempre me dice lo mismo: 'Tienes que ser una persona decente”

Brunello Cucinelli
Vanity Fair 

La amabilidad y el respeto por la dignidad, la lección más importante de su padre, el futuro de la moda: el empresario filósofo Brunello Cucinelli tiene un sueño a base de estudio, alegría (y bollitos con pasas típicos italianos).

Brunello habla con todo el mundo, hasta con los muertos. “La última vez fui a buscar a un hombre al cementerio. Lo habían enterrado en 1976. Tenía que decirle algo y se lo expliqué con todo detalle”, cuenta. Con quienes están a su lado, con quienes ya no están y con muchos otros, Brunello Cucinelli dialoga en Brunello, Il visionario garbato, una película filmada por Giuseppe Tornatore durante dos años, que se estrena en Italia el 9 de diciembre. Se trata de un experimento original y poético que fusiona reconstrucciones históricas del cine de autor y testimonios de los documentales. Todo empieza en la casa de campo donde nació y termina con el milagro de la marca homónima, una marca de excelencia italiana que sigue creciendo a pesar de la crisis del sector. Nos reunimos con el empresario para una larga charla después de ver el preestreno del largometraje.

Empecemos por el cementerio. ¿Me está diciendo que va a los cementerios a hablar con los muertos?

Eso es. La última vez fue cuando compré la granja donde nací y crecí. En la escritura de compraventa descubrí que la propiedad tenía 108 hectáreas de bosque. Fue una sorpresa, porque cuando vivíamos allí como aparceros, el propietario nos prohibía recoger leña para calentarnos. Teníamos que hacerlo a escondidas. ¿Se imagina el frío que hace en invierno? Entonces, cuando la compré, pregunté dónde estaba enterrado el propietario y fui a visitarlo. Delante de la tumba le dije: "Mira, estuvimos bien en tu casa, pero no nos dejaste calentarnos. Y no entiendo por qué. Espero que Dios te proteja allá donde te haya puesto, pero tengo que decirte una cosa: no fuiste bueno con nosotros”.

Se dicen y se escriben muchas cosas sobre usted. Pero si solo pudiera decir una frase, ¿cómo se presentaría?

Me presentaría así: “Soy Brunello. El sueño de mi vida siempre ha sido el mismo: trabajar y vivir por la dignidad moral y económica del hombre. Todo lo que le hicieron a mi padre, las dificultades de la vida que hemos atravesado, me han hecho emocionarme. Ver a mi padre humillado, ver que no lo decía con la voz sino con la mirada, me mató. Jamás lo he olvidado”.

Hábleme de su padre.

Soñé con él justo la otra noche. Hasta en los sueños siempre me dice lo mismo: “Brunello, tienes que ser una persona decente, tienes que ser un caballero”. No le humillaba la vida de campesino en el campo, sino la de la fábrica en la ciudad. Nos dejó a los cien años. Lo recuerdo en sus últimas semanas diciéndoles a sus nietos: “Estoy tranquilo, estoy bien, pero tengo un pequeño problema: mi pito ya no va...”. Ellos se echaron a reír, mientras yo pensaba: “Que le dé un infarto”. Después de siete días le dije a mi mujer: “Dentro de poco papá ya no estará con nosotros”. El jueves me dijo: “Ya basta, se acabó”. El viernes me quedé con él todo el día y, a las seis de la tarde, se fue. Cerró los ojos y pensé: “Su cuerpo sigue caliente”. Me quedé con él hasta el sábado por la mañana. Le estuve hablando toda la noche: “Papá”, le preguntaba, “¿dónde estás? ¿Puedes ver al excelentísimo y óptimo gobernador del que habla San Agustín?”. Ese día le escribí una carta, que termina así: "Querido papá: con mi nacimiento experimentaste el amor por la vida; yo, con tu muerte, experimenté el amor por la muerte. San Francisco es el único que utiliza la expresión ‘hermana muerte’. No lo hace Buda, no lo hace Jesús. Lo entiendo bien, San Francisco".

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