Por Elsa Peña Nadal
Lo que en ocasiones se traen entre manos algunos presidentes y gobiernos del mundo, no siempre trasciende en lo inmediato a sus gobernados, aunque algunas de las sospechas que afloren queden luego confirmadas al hacerse de público conocimiento el asunto en cuestión.
No ha dejado de ser notorio el silencio de los Estados Unidos de América, ante el reciente desfile de presidentes latinoamericanos que han ido de visita oficial a la isla de Cuba, la más grande de nuestras Antillas; visita que ya no motivan en el único interés de constatar el estado de salud del Comandante Fidel Castro, ya que esto es noticia vieja; y ese, un protocolo ya cumplido.
¿Ha bajado la guardia o cambiado su política hacia Cuba la potencia del Norte, o por el contrario, está muy enterada de todo lo que acontece con estas visitas? ¿Sabe y conciente el gobierno de los EUA, hacia donde conducen los recientes cambios que se están produciendo en la estructura del gobierno y de la administración pública, bajo el mando del presidente Raúl Castro?
No soy analista política, pero “me tinca” que todos esos presidentes saben lo que se cuece en esa paila caribeña y que cada uno tiene listo su plato y su cuchara. Rafael Correa, del Ecuador; Cristina Fernández de Argentina, Luís Ignacio Lula Da Silva, del Brasil; Alvaro Colón, de Guatemala; Martín Torrijos de Panamá; Michelle Bachelet, de Chile y Manuel Zelaya, de Honduras, son de los últimos mandatarios que se han reunido con uno u otro; o con los dos hermanos Castro.
Hugo Chávez, de Venezuela y Evo Morales de Bolivia, ya son asiduos visitantes de la isla grande y entran y salen de una reunión para otra. Cabe destacar la reunión regional de esta semana que concluye, donde se debatieron los temas de la globalización y la economía, con la asistencia del mandatario dominicano.
El presidente Leonel Fernández, cursa una visita de cinco días a Cuba y ya se publica la foto de su encuentro con Fidel, quien desde la antesala, sigue en control absoluto de todo lo que lleva a cabo su hermano Raúl como presidente en funciones. Como se ve, todos y todas despachan con su homologo Raúl, pero nadie quiere perderse el encuentro con la leyenda del Moncada; y lo mas importante, retratarse con él.
Sabemos que esa foto les es reclamada por la prensa a los presidentes, al regreso a sus respectivos países; foto que no solo implica una demostración fidedigna, en tiempo real, de que el Comandante esta vivito y coleando, sino que contribuye a complacer la indudable simpatía que Fidel Castro aún mantiene en la población de estos países latinoamericanos. De estas visitas, la de Fernández, reportará entre otros beneficios para el país, el de la erradicación del analfabetismo, algo que se daba por seguro, y no se cumplió, en su primer período de gobierno.
Un acuerdo de cooperación en el ámbito educativo esta por darse y ya las comisiones de ambos países fueron creadas para su pronta elaboración y firma. De este modo, nuestros profesores serían entrenados en técnicas pedagógicas, y profesores cubanos viajarían al país para intercambiar sus experiencias con los nuestros en cursos de maestría, participación en talleres, conferencias y diplomados.
La prensa recoge a Fernández expresando en Cuba que la República Dominicana aspira a una educación de calidad que sustituya el tradicional método de memorización que caracteriza a nuestra educación, por el del análisis racional y la resolución de conflictos. Pero conflicto tendrán los cubanos del exterior que apostaban al desplome del gobierno cubano con la tan anunciada muerte física de Fidel Castro; así como a un posible desgaste de la gestión de Raúl; lo que abriría las puertas al exilio cubano y pondría en sus manos el gobierno de la isla como si de un premio de lotería se tratara.
La algarabía de las sucesivas “celebraciones mortuorias” todavía resuena en la Calle Ocho de Miami. Pero en política, como decía Juan Bosch, una cosa es la que se ve y otra, la que no se ve. Y muchas veces, la oculta, como sucede con el iceberg, es más importante y significativa que la que aflora a simple vista en la superficie.
Ante el desfile presidencial de estos últimos dos meses a Cuba, (a la que se agrega la visita que en noviembre pasado realizara el presidente Ruso Dmitry Medvedev), realizado sin la acostumbrada censura del Norte, se nota en nuestros presidentes del área como una especie de rotura del cordón umbilical de la dependencia sumisa que hacia el Tío Sam les caracterizaba.
Y esto, unido a los cambios en la estructura gubernamental en Cuba que implican una especie de purga y reordenamiento para erradicar la burocracia, disminuyendo cargos y ministerios innecesarios; así como a la política de aparente y simple espectador de los Estados Unidos, ha puesto a mucha gente a pensar en acuerdos callados que aflorarán a su debido tiempo.
Los analistas políticos dicen –y cito a Fausto Rosario, director del semanario Clave--que “ahora se piensa que el gobierno (cubano) planea dar un paso agresivo, que implica su integración al sistema interamericano, con la anuencia de Estados Unidos.
Lo que no se sabe-agrega- es la dimensión del paso que dará Cuba, con Fidel y Raúl a la cabeza.” La apertura ha de empezar en lo económico,--tal como sucedió en el Vietnam comunista- con la entrada de grandes capitales procedentes de todo el mundo, los que estarían muy posiblemente dirigidos a la inversión en el turismo; así como en muchas áreas vírgenes, aún no explotadas, en una nación que tiene un activo invaluable en una población altamente profesionalizada en casi todas las áreas del saber.
Claro, es de suponer que en las negociaciones antes citadas, ya se habrá tocado lo de la necesidad urgente de suprimir el embargo comercial y financiero que por casi cinco décadas mantienen los Estados Unidos sobre Cuba, calificado por Leonel Fernández como “política equivocada y fracasada”; coincidiendo con el sentir de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) y de muchos otros organismos y gobiernos del mundo.
En un reciente editorial de El Nacional, periódico dominicano, se lee: “Con su rechazo y repudio al bloqueo estadounidense contra Cuba, el presidente Fernández se une al conjunto de mandatarios latinoamericanos y caribeños que han roto amarras de miedo y dependencia política para sumarse al coro mundial que reclama poner fin a una dilatada forma de genocidio”.
Son tiempos de cambios. En todos los órdenes, y ojala que estos fuesen siempre pacíficos y civilizados; logrados en base al consenso, al entendimiento y en respuesta a los mas nobles sentimientos, anhelos, e intereses espirituales y materiales de la colectividad.