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26 de marzo de 2025

Lo que no une el amor ni el espanto

Pablo Vaca    Clarín | ☕ 7 Minutos

Siempre es complicado tener un socio. Sea en un kiosco de golosinas o una corporación multinacional. Es difícil acordar cuánto pone cada uno para sacar qué. En la política, por supuesto, sucede lo mismo. La alianza nonata -hasta el momento- entre el PRO y el oficialismo ofrece la prueba más concluyente del teorema.

Vienen coqueteando desde hace rato, pero no llegaron a un acuerdo. Javier Milei y su círculo cercano piensan que no tiene sentido hacer un arreglo general con el macrismo porque creen que los partidarios del PRO ya saltaron a La Libertad Avanza. Mientras tanto, en el partido amarillo están quienes prefieren sacar pocos votos, pero conservar la pureza republicana, y quienes creen que no se puede hacer campaña con “peros”.

En LLA están acostumbrados a apostarlo todo. Hasta ahora, no arriesgaban nada, pero ahora el pozo en juego es importante. En la Ciudad, por ejemplo, cada uno tendrá lista propia. El peronismo se relame los labios. La utopía de triunfar en la Ciudad aparece más cercana que nunca. Ese escenario -perder en casa- dejaría al PRO casi en coma. Pero mal haría el Gobierno en pensarlo como un triunfo. El PJ renacido sumaría un impulso que puede ser determinante en el distrito más importante, por lo populoso, del país: la provincia de Buenos Aires.

¿Qué certezas podrían ofrecer al mundo económico un oficialismo derrotado en los dos distritos más influyentes del país? Una cosa es despertar confianza en los inversores y otra pedirles un acto de fe.

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