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25 de junio de 2024

Kate Middleton y Carlos III ante la adversidad: el difícil año de la corona británica (contado desde dentro)

 Los Windsor han tenido otros anni horribiles, pero los primeros 12 meses del reinado de Carlos III han sido un año sin precedentes para la familia y su país, y se ciernen grandes interrogantes sobre el futuro de la monarquía.

POR KATIE NICHOLL


Cuando el rey Carlos de Inglaterra fue coronado hace poco más de 12 meses, nadie, ni siquiera el propio monarca, podía predecir que el primer año de su reinado se desarrollaría como lo ha hecho. Apenas nueve meses después de su coronación, seguida por unos 400 millones de personas en todo el mundo, en una coincidencia tan extraña como sin precedentes, el rey y su querida nuera, la princesa de Gales, ingresaron en el mismo hospital londinense con pocos días de diferencia. Y luego se supo la razón: a pesar de las garantías iniciales de que ninguna de las dos enfermedades eran cancerosas, el palacio anunció que a Carlos le habían diagnosticado cáncer y, tras varias semanas de especulaciones brutales y teorías conspiratorias en Internet, a Kate también.

Los comunicados relativos a las hospitalizaciones, hechos públicos con apenas unas horas de diferencia, eran solo una parte de lo que finalmente se sabría. En cuanto al rey, el palacio no especificó qué tipo de cáncer, solo que no era de próstata, y explicó que el monarca se tomaría un descanso de los compromisos públicos mientras recibía tratamiento ambulatorio. La situación de la princesa pareció diferente desde el principio. Al comienzo, la opinión pública se enteró de que pasaría hasta dos semanas ingresada en la London Clinic tras someterse a una operación abdominal mayor “planificada” y que volvería a sus obligaciones en torno a Semana Santa. Presionado, el palacio anunció que la afección no especificada era “no cancerosa”. Pero mientras se recuperaba, la princesa recibió la impactante noticia de que ella también padecía cáncer.

Fue un momento decisivo en la historia de la realeza.

Con el rey y la princesa de Gales temporalmente fuera de escena, el príncipe Guillermo anunció que se tomaría un tiempo libre para cuidar de su esposa y de su joven familia. El palacio, deseoso de restar importancia a cualquier sensación de pánico, calificó la aparente crisis como un “bache”, insistiendo en que el rey era optimista sobre su pronóstico y volvería al trabajo tan pronto como recibiera la luz verde de su equipo médico. En el caso de Kate, no hubo tanta información sobre cuándo retomaría sus obligaciones públicas.

Esta vez el palacio no tenía un programa establecido. No fue un escándalo público ni una crisis como una abdicación. Sin embargo, obligó a Carlos a replantearse su reducida monarquía y la mejor manera de servir al pueblo. La poderosa dinastía Windsor, que no hace mucho tenía al frente al monarca más longevo del mundo, parecía de repente muy vulnerable.

Si bien el rey contó con el apoyo de otros miembros de la familia que se encargaron de que el engranaje siguiera en marcha, la ausencia de Guillermo y Kate fue notable. “Sin ella, todo parece menos alegre. El futuro de la monarquía son Guillermo y Catherine”, afirma Patrick Jephson, antiguo secretario privado de Diana, princesa de Gales. “Y, como sabemos por cualquier estudio superficial de la familia real británica, son las mujeres las que tiran del carro, las que salen ahí fuera y hacen que las cosas sucedan”. ¿Hasta qué punto es frágil la monarquía? Pues es tan frágil como lo es Catherine y, de momento, no lo sabemos”.

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