En una catástrofe, como la crisis del
coronavirus, siempre hay gente que es
capaz de salir adelante y continuar su vida. Se trata de las personas
resilientes, esas que se doblan como un junco, pero logran mantenerse en pie.
Hablamos con varios expertos sobre la resiliencia. Y nos traen una buena
noticia: es una habilidad que se puede entrenar. Nos cuentan cómo.
• Ocho consejos para hacerse resistente frente a la amenaza del
coronavirus
El ser humano es un encajador nato. Uno de
esos boxeadores que se levantan una y otra vez de la lona. Sobreponerse a la
adversidad es una habilidad que se valora en todas las culturas. Sobreviven los
resilientes: los que aguantan lo que no está escrito. ¿Pero qué sucede cuando,
de manera intempestiva y simultánea, es toda una civilización la que se ve
amenazada?
La pandemia nos ha colocado ante un dilema
colectivo y, para muchos, angustioso. ¿Cabe la posibilidad de que estemos
viviendo el acontecimiento decisivo de nuestras vidas? ¿O solo es un mal sueño?
¿Estamos viendo el gozne sobre el que puede girar el siglo XXI y poner nuestras
sociedades del revés? ¿O solo es un paréntesis? Cuando nos asaltan estos
pensamientos, echamos mano de todos los recursos que tenemos para no venirnos
abajo. En definitiva, nos encomendamos a la resiliencia. Mientras llega el
antídoto -es decir, una vacuna-, la resiliencia es una especie de conjuro que
nos infunde ánimos. El contrapeso positivo a la palabra del momento:
coronavirus. Dos conceptos que eran desconocidos para la mayoría hace solo un
par de meses. Y que hoy son la cara y cruz de la moneda que puede decidir cómo
serán nuestras vidas a partir de ahora.
¿Por qué unos superan cualquier contratiempo y
otros no? El interés de los científicos por la resiliencia es relativamente
reciente. Apenas llevan setenta años estudiándola. No es casualidad que fuera
otro acontecimiento traumático de magnitud universal el que despertó la
atención de los investigadores. La Segunda Guerra Mundial.
El secreto de los resilientes
A partir de septiembre de 1945, un aluvión de
pacientes con estrés postraumático desbordó los pabellones psiquiátricos:
soldados y civiles, huérfanos, refugiados, heridos… Pero fue un tipo de
superviviente muy especial el que hizo avanzar los estudios sobre resiliencia:
los niños. Ann Masten, profesora de desarrollo infantil de la Universidad de
Minnesota, describe cómo los psicólogos de la época se llevaron una sorpresa
colosal: «Muchos niños que lo habían tenido todo en contra superaban el trauma
de haber perdido a sus familias y haberse criado en un ambiente dominado por el
miedo, y les iba bien en sus vidas como adultos».
¿Cómo era esto posible? La respuesta la
encontró la psicóloga Emmy Werner, de la Universidad de California, Berkeley,
que comenzó en 1955 un estudio pionero sobre resiliencia que tardaría cuarenta
años en completar. Hizo un seguimiento de unos 700 niños de una isla de Hawái,
muchos con padres alcohólicos y de familias con dificultades económicas.
Normalmente, esto provoca un retraso educativo, marginación social y carencias
de todo tipo. Sucede así casi en el 70 por ciento de los casos. Pero un 30 por
ciento de estos niños vulnerables tienen éxito en sus vidas. ¿Por qué son
resilientes? Werner encontró un rasgo común: pertenecían a comunidades muy
cohesionadas, donde otros adultos asumían el papel de mentores. Toda la
comunidad asumía el rol de padre, de madre, de hermano, de hermana… Era el
colectivo el que le daba confianza a estos niños para creer en su propio
talento y atreverse a resolver sus problemas.
«Muy pocas personas altamente resilientes lo
son por ellas mismas. Necesitan ayuda», corrobora Steven Southwick, profesor de
la Universidad de Yale. La soledad nos debilita. Esto se percibe incluso en los
experimentos en laboratorio. Ante una situación de estrés, las pulsaciones y la
presión sanguínea de los individuos que tienen a un amigo en la habitación no
se disparan tanto como las de los que las afrontan solos. El miedo es una
emoción que acompaña al ser humano desde tiempos remotos, cuando era una presa
fácil para grandes animales y otros seres humanos. Entonces buscábamos el
amparo de la tribu, hoy tener una red social que nos proteja