Por Manuel Cedeño
Desde el año 2003 en que la Sindicatura del Dr. José Reyes, tomo la firme decisión de fomentar y patrocinar esta hermosa actividad, EL CARNAVAL DE LA ROMANA, fue torpedeado por sectores que se oponen a esta celebración de recreación social y educativa, especialmente LAS IGLESIAS EVANGELICAS, a lo que tienen sobradas razones y derecho.
En los actuales momentos en los que se está organizando otra versión del CARNAVAL no sido la excepción, vuelven los mismos ataques en contra de esta hermosa e histórica actividad. Los argumentos expuestos por ellos no ameritan ni resisten el más simple de los análisis, porque pretender decir que en esta celebraciones se les rinde culto a Satanás o al diablo, es pecar de ignorante y hacer el ridículo y por demás confundir a un pueblo carentes de información y de conocimientos lo que podemos considerar un verdadero abuso.
Totalmente en desacuerdo, pues es todo lo contrario por ser esta una actividad productiva. En la celebración del Carnaval Dominicano se aprecia, en particular en los atuendos y disfraces, una mezcla muy variada por regiones de elementos y tradiciones africanas traídas por los esclavos transportados al Nuevo Mundo y las costumbres y ropajes europeos de sus amos y colonizadores.
Se confunden en las festividades los diablos cojuelos, con sus trajes de capa cubiertos de espejos, cascabeles y cencerros, que ridiculizan a los señores medievales, con los platanuses y otros disfraces netamente africanos, así como un sinnúmero de manifestaciones de la creatividad popular.
El Carnaval es la fiesta popular de mayor tradición de República Dominicana. Se produce desde la colonia, en víspera de la cuaresma cristiana, cuando los habitantes de Santo Domingo se disfrazaban como un remedo de las carnestolendas europeas