El informe clasificado como confidencial es una línea de tiempo que nos conduce por los hechos más destacados del crimen organizado, las alianzas, traiciones y asesinatos. En el documento de la Sedena se observan cinco décadas de crimen organizado en México. Buena parte de este periodo protagonizado por líderes sinaloenses Foto: SEDENA
Silber Meza el universal
En cuatro décadas, la organización ha registrado, al menos, cinco
grandes escisiones. Sin embargo, podríamos estar en la puerta de una nueva
reestructura.
La historia que cuentan los militares sobre el Cártel de Sinaloa y el
narcotráfico nacional inicia en la década de 1970, con el llamado Cártel de
Guadalajara. Esa época fue la del “florecimiento y desarrollo” del tráfico de
narcóticos a gran escala, y se concentraba en Sinaloa, Nayarit, Colima,
Jalisco, Michoacán y Guerrero. Era controlada por Miguel Ángel Félix Gallardo,
alias El Jefe de Jefes, en colaboración con Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto;
Rafael Caro Quintero y Juan José Quintero Payán, El Juanjo.
De esa estructura queda casi nada. La operación más grande la ha
encabezado Caro Quintero en Sonora, especialmente el tiempo que estuvo fuera de
prisión, y se le identificó como el Cártel de Caborca.
En los años 80, el Cártel de Guadalajara se debilitó, sus líderes fueron
aprehendidos y llegó “hasta su parcial desaparición”. Esto dio paso a los
grupos de Amado Carrillo Fuentes, alias El Señor de los Cielos, en Ciudad
Juárez; los hermanos Arellano Félix, en Tijuana; Héctor Luis El Güero Palma
Salazar y Joaquín Guzmán Loera, en Sinaloa.
Pero estas estructuras también empezaron a ser golpeadas: Guzmán Loera
fue capturado en Guatemala, en junio de 1993, junto con unos de sus
lugartenientes. El Chapo acusó entonces una primera traición porque sus
antiguos aliados, los Arellano Félix, lo querían matar. El Güero Palma fue
preso en 1995, y el 4 de julio de 1997 murió Amado Carrillo Fuentes.
El Cártel de Sinaloa formó parte del Cártel de Juárez, organización
criminal que se consideraba la más poderosa hasta la muerte de Carrillo
Fuentes. Tras esta fecha crecieron las vendettas y felonías.
En una tercera generación de grandes capos aparece Ismael Zambada
García, alias El Mayo. Se une a Guzmán Loera en 2001, cuando se fuga del penal
de Puente Grande, Jalisco. El escape sucede en un carrito de lavandería, entre
ropa sucia y tras burlar los controles internos. La fuga fue asistida por
Dámaso López Núñez, subdirector del penal y, más tarde, parte fundamental de la
estructura criminal de El Chapo. Se hizo líder de una facción, Los Dámaso, pero
concluyó en un nuevo conflicto interno, una traición que los convirtió en
archienemigos entre padres e hijos.
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