Oscar López Reyes
Tres años después de terminada la Segunda Guerra Mundial (1945), que liquidó a 50 millones de personas, la asamblea general de las Naciones Unidas proclamó, el 10 de diciembre de 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En esos 74 años, ¿ha habido adelanto o contramarcha?
Salir de esa dicotomía implica, ondulando en la circunferencia latinoamericana, cumplir con deberes y reclamar derechos, cimentados en la igualdad, la dignidad y la justicia, y haciendo un paralelismo entre la década de 1970 y las primeras del siglo XXI.
Adelanto: surgimiento y redimensión de nuevas prerrogativas y libertades: derechos de primera generación: civiles y políticos individuales; de segunda: igualdad en las esferas económicas, sociales y culturales; de tercera: colectivos o de solidaridad, y de cuarta generación: relativos a la era digital y globalizada, como el libre acceso a la información y el conocimiento. Para su defensa han sido creados mecanismos supranacionales y locales, como el Defensor del Pueblo.
Contramarcha: estragos del crimen organizado transnacional, la corrupción, las ejecuciones sumarias, voracidad contra los consumidores y el medio ambiente; confinamientos, torturas y golpizas en cuarteles, embestidas a macanazos y a tiros en protestas callejeras, interrogatorios con técnicas bestiales, agresiones sexuales, desapariciones forzadas, feminicidios, exclusiones, discriminaciones, represalias, delitos de lesa humanidad, etc.
¿Se respeta el estado de derecho?
Un alto porcentaje de los derechos precitados ensortijan con un simple valor enunciativo. Son, parcial o totalmente, disposiciones simbólicas, por el avasallamiento de la superestructura sistémica, que aplasta las reformas policiales y militares e impone la fuerza como garantía de la seguridad y el orden público, el predominio del mercado en el Estado neoliberal, la imputabilidad de jerarcas y las distorsionadas conductas de autoridades.
En relación con 1970, se registran más conocimientos, conciencias y reconocimientos, más empoderamiento de la sociedad civil y las mujeres, y más canales de denuncias y reclamos.
¿Qué hacer…?
Líderes actuales han sido formados en un esquema socio-cultural represivo y machista, y cambiarían un poquito, por el susto, si son colocados en el espacio más profundo de la tierra, la fosa Ode de las islas Las Marianas, en el Pacífico; o en el más bajo de la corteza, el Mar Muerto, entre Israel, Cisjordania y Jordania.
Las prerrogativas de niños, jóvenes, mujeres y envejecidos serán menos vulnerables con la construcción de un colectivo nacional, a mediano y largo plazos, fundado en la ética y desprendido comprometido con la comunidad.
Los focos vertebrales son: 1) el núcleo familiar (educación en valores), 2) el gobierno (democracia retributiva y aplicación de la Constitución y las leyes); 3) las organizaciones (enseñando nuevos conocimientos y habilidades) para saber pensar, y 4) las personas, forjándose como un capital humano con visión de futuro.
Cordialmente,
Oscar López Reyes
Periodista, escritor y columnista del periódico El Nacional,
Director Escuela de Comunicación Universidad O&M,
Ex Presidente del Colegio Dominicano de Periodistas