Miguel Rone
La Semana Santa es una tradición muy especial para los dominicanos y dominicanas. Son muchas las diferencias que se notan en las pascuas de Semana Santa, hoy día, donde podemos comparar estas celebraciones con las hechas 20 o 30 años antes.
Podemos comenzar con el Domingo de Ramos; era unas festividad celebrando la entrada de Cristo a Jerusalén, era notorio ya que la mayoría de personas llevaban sus guanos o hojas de palmas (bendecidas por el sacerdote en la iglesia) atados en las muñecas o en el cuello, muchos incluso hacían artesanías con ellas como tejido de cruces que colgaban en el cuello, otros como siempre hacían exageraciones para sobresalir.
Pero siempre la religión Católica, que es en realidad quien hace estas celebraciones en todo el país, desde la colonización por los españoles e impusieron a sangre y fuego sus creencias, era algo singular que el pueblo aceptaba.
Hoy vemos las procesiones que salen en algunas ciudades, con poca participación, aunque somos más de cinco veces mayor en número, participan menos en estas celebraciones. Es que la inversión de valores ha hecho sus efectos también en los creyentes.
La semana seguía su curso y los santos en las iglesias les vestían de morado en señal de duelo y se hacia Vía – Crucis dentro de los templos. El Vía Crucis se compone de estaciones que son imágenes de algunos momentos que vivió Jesús antes de ser crucificado. Hasta que el jueves santo se iniciaba con el lavatorio de pies, representando cuando Jesús les lavó los pies a sus discípulos en la Última Cena.
Luego se hace el Vía – Crucis hacia los diferentes templos escogidos (siete), este peregrinar simboliza el ir y venir de Jesús después de haber sido aprendido en el Huerto de Getsemaní. Era el día que se recordaba, siempre al mediodía, la muerte de Jesús en el Calvario.
El viernes santo era día de dolor, los adultos jóvenes y niños solían ir a los ríos a tomar un baño temprano, mudos (sin hablar para que el agua fuera bendita), quienes no podían hacer este sacrificio les pagaban a los que estaban dentro del agua con esta condición para que le sacaran agua que desde entonces era bendita y servía para hacer el desalojo de los malos espíritus que pudieran rondar por el hogar. Es el día ideal para las famosa habichuelas con dulce, que cada familia hacía para agradar los familiares y vecinos. Se inventaban muchas fabulas y leyendas con relación al baño y la desobediencia, a las personas se les decía que; “había tal o cual en la iglesia que no dejaban ver con una serpiente en el cuello (Culebras) que cuando el sujeto pedía agua esta le metía la cola en la boca y que cuando pedía comida le metía la cabeza”.
También que las personas que hacían el amor ese día habían quedado pegados y había que conjurar en la iglesia para despegarlo, aun se agolpara muchas gentes en los templos nadie pudo ver este castigo por desobediencia a los padres y a la iglesia.
El sábado santo, o sábado de Gloria, era el día de la resurrección de Jesús, y se celebraba con regocijo y se iba a la quema del Judas, se elaboraba un muñeco y se le prendía fuego con cohetes dentro que hacían explosiones dentro del cuerpo del Judas y había quien en su alegría le entraban a palos hasta destruirlos por completo. Este día era de gran gozo y alegría de los chiquillos a los que los padres llevaban para que vieran como se pagaba la desobediencia y la traición.
En fin, Semana Santa era una semana de recogimiento y reflexión, donde la familia en su mayoría rezaba el Rosario y permanecía tranquila, las emisoras que estaban en el aire, solían poner solo música clásica, sacra o fúnebre como se les llamaba. Los más religiosos decidían pasarse desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección “rezando hincados” en los templos, muchos de ellos “purgando sus pecados”.
Ya todo eso es tiempo de historia pasada, la Semana Santa es una tradición muy especial Miles cumplen con las fiestas Santas, tradición de la Iglesia Católica. Otros miles de hombres, mujeres, adolescentes y niños, en grupos y familias deciden “vacacionar” a cualquier lugar: ríos, playas, montañas, campos, y hasta viajes al exterior.
Otros cientos de millones, aquellos que no tienen un peso para “celebrar”, tienen que quedarse en sus casas con los “fogones apagado”, hirviendo unas habichuelitas en tres piedras con un poco de batata adentro y coco “guayado”.
Otro gran centenar de ciudadanos y ciudadanas, son el dolor de cabeza de las autoridades, la Defensa Civil, las emergencias de los hospitales, y los grupos de socorros, porque en sus vacaciones “Santas” deciden: pisar más el acelerador de sus vehículos, beberse hasta las botellas y etiquetas, bañarse con el estómago “harto de arroz y ron”. Y las autoridades se dedican a contar los muertos y heridos, de que si hubieron mas o menos que en el año anterior.
Pero, la Semana Santa “es de todos” y “da para todos”, y los venduteros ambulantes en playas y ríos se aprovechan del bolsillo de los vacacionistas, también los propietarios de las llamadas “habitaciones”, “pensiones”, “casas de campo”, y los “risores” aumentan el precio de sus cabañas.
Se ha perdido el verdadero significado de la Semana Santa, periodo para guardarse y reflexionar, pues para otros es sólo una época de vacaciones y diversión. Esta inversión de valores que estamos viviendo es parte también del mal que padecemos, los padres ya no gozan del respeto y admiración para con sus hijos, a lo que se suma la alta cantidad de delincuentes, los jóvenes no tienen el menor interés por educarse, pues la poca motivación para que estudien no les ayuda en nada. El vicio, el narcotráfico y demás flagelo de nuestra sociedad y el ejemplo que dan nuestros políticos, deja mucho que desear.
Semana Santa, se ha perdido como se ha perdido los valores morales de toda la sociedad, ya no hay familias ricas y pobres, hoy solo hay adineradas y sin dinero pero todos adolecen de lo mismo. Aun cuando las costumbres sociales durante los únicos tres días señalados en el calendario como "santos" no sean los de antes. Los días de la Semana Santa ya conviven con espectáculos musicales y deportivos, para estos días hoy vemos como el alcalde de Santo Domingo, D.N., dispone la suma de cuatro millones para convertir una parte del Malecón para hacer una extensión de la playa de Guibia, desviando la atención del porque de estas celebraciones, algo que no ocurría décadas atrás, lo que es lo mismo que se vive denunciando: Corrupción.