Voces y ecos
rafaelperaltar@gmail.com
Significa un mejoramiento de la democracia dominicana. El debate de
ideas escenificado el pasado miércoles por el presidente Luis Abinader con los
candidatos presidenciales Leonel Fernández y Abel Martínez representa una
novedad que actuará en favor del quehacer político y que habrá de establecerse
como una tradición.
Se trata de un acto no visto antes en nuestra política y menos con la
presencia de un jefe de Estado. Todos, antes de Abinader, consideraron que se
rebajaban si admitían polemizar con aspirantes presidenciales. El éxito del
debate radica en el nivel de respeto que se exhibieron los candidatos respecto
de los demás como de los organizadores.
Los tres, podría decirse, tuvieron buen desempeño. Sin embargo, si
comparáramos la actividad con una prueba como a la que someten los estudiantes
en los centros de estudios, encontraríamos que uno de ellos se mostró como el
alumno que ha repetido y reprobado la materia y recurre a habilidades impuras
mientras pretende hacerse el gracioso.
Otro se comportó como el alumno desaplicado, pero que días antes del
examen se mató memorizando cosas, durmió poco en la víspera y llegó al examen
irritable y tenso, por lo que respondía como le pareciera, sin importar lo
preguntado. Aun así, logró salir del paso con un “suficiente”. Hoy todos están asombrados
de su desempeño.
Abinader se presentó a la discusión como el discípulo que estudia
habitualmente y acude al examen seguro y reposado. De hecho, los buenos
estudiantes gastan menos esfuerzos en la víspera de la prueba. El Presidente
respondió con calma, basado en hechos más que en promesas y dejó claro que su
ejercicio gubernamental es el aval de su candidatura para repetir en el puesto.
Ayer se difundieron muchos comentarios y análisis en torno al debate,
sin que hayan faltado las opiniones parcializadas para señalar ganador. Mi
amigo y colega Giovanni Cruz, al comentar el asunto, señaló cómo lució cada
participante, pero al citar a Abel Martínez, del PLD, dijo: “Abel…bueno…Abel ni
me lució.
¿Me copian? ¿Me entienden? ¿Se escuchó?” Lo dijo por la vaciedad
predominante. A diferencia de Cruz, creo que Martínez sí lució: lució más agresivo
que los demás, le preguntaban de migración y respondía de comida. Lució que con
él se hizo un trabajo intenso que lo preparó para la ocasión. La actitud de
Martínez en el debate se asemeja a la de quien juega dominó: si no sabe calcular
jugadas, matar la ficha que coloque el contrario.
Hemos tenido debate, al fin. El predominio del respeto mutuo propiciará
que en el futuro haya más encuentros de este tipo. Los hechos buenos merecen
repetirse. La oportunidad de exhibirse ante el electorado y exponer sus
propuestas, siembre será favorable para un candidato. La Asociación de Jóvenes Empresarios
también ganó.