Redacción El Caribe
En un mundo que parece avanzar cada vez con
mayor velocidad al exterminio de la vida, es bueno recordar que una de las
funciones de estos bosques es contribuir a la producción de oxígeno y a regular
las temperaturas de la superficie terrestre; absorben el dióxido de carbono de
la atmósfera, son reservorios de agua y hábitat de infinidad de especies, entre
aves, mamíferos y anfibios.
Lamentablemente, la depredación, la tala
indiscriminada, la quema de grandes extensiones con la equivocada idea de que
así se ganan superficies de cultivo, cuando la consecuencia es el aumento de
los gases que producen el efecto invernadero, más los asentamientos de
comunidades que los invaden sin ningún control, son solo algunos de los riesgos
que corren, y que sufren cada vez más, estos ecosistemas.
De los bosques húmedos, como los que existen
en nuestro país, es de donde surge una parte del agua que alimenta las cuencas
subterráneas y de las lluvias que estos retienen se alimentan nuestros ríos,
pero el avance de la depredación va convirtiendo paulatinamente en páramos a
estas superficies de importancia vital para el ser humano.
Hay que combatir la proliferación de cultivos
clandestinos, que se someta a la Justicia a los que talan árboles y a los que
los queman para fabricar carbón vegetal.
Si bien es cierto que en el país
recientemente se ha comenzado a reforestar, no se trata solamente de replantar
ejemplares, sino de darle un seguimiento, con planificación, a esa iniciativa.
Cuidar nuestros bosques, cuidar los árboles,
denunciar las invasiones y los incendios intencionales, como la tala
indiscriminada, son formas de proteger la vida futura en el planeta.