RAFAEL
PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
Dicen
que el dominicano apuesta hasta a las picadas de ojos. Es decir, arriesga
dinero e ilusión en loterías, contiendas deportivas o infinidad de azares. En el plano político y en luchas sociales
depositamos la confianza en la elección de una persona o en la realización de
un proyecto o iniciativa que también implica algún riesgo.
Las
apuestas políticas cobran a diario vigencia e intensidad y resulta fácil detectar
la línea de pensamiento o la orientación de
las aspiraciones en la mayoría de los dominicanos. Últimamente, unos
hechos generan actitudes comunes, con visible pasión, según que los individuos
rechacen o apoyen el asunto de que se trate.
Respecto
de la política estadounidense, hay dominicanos en favor de Donald Trump y otros
en pro de Hillary Clinton, ambos candidatos presidenciales. Se registran
también rechazos viscerales para uno y la otra. Me asombraba, en principio, de los rechazos tan rígidos contra la ex
primera dama, ya que algunos vaticinan que sería peor que Trump.
Luego
descubro que los rabiosos anti-Clinton son fervorosos promotores
de una política severa contra los
inmigrantes haitianos hacia el territorio de la República Dominicana. Aseguran
que de llegar a la presidencia de los Estados Unidos, la esposa de Bill Clinton
actuaría en favor de los haitianos en
los presuntos planes de apropiarse de toda la isla.
Esos
dominicanos no simpatizan con la
designación como arzobispo de la Arquidiócesis de Santo Domingo de monseñor
Francisco Ozoria Acosta, en quien esos
grupos ven un aliado de los haitianos porque
ha defendido, en su diócesis, los
derechos de los trabajadores de la industria del azúcar, en la que las
funciones menos calificadas corresponden a haitianos.
Aun
diciéndose católicos, algunos emiten juicios
imprecatorios contra el papa Francisco, a quien pretenden involucrar en
los presuntos planes de fusionar las dos
naciones. El espanto de la fusión los lleva a
proclamar presagios
apocalípticos sobre el destino de la República Dominicana, que comparte con
Haití la isla de Santo Domingo.
Se
ven notables coincidencias entre los que consideran un peligro para la República Dominicana la elección de
Hillary Clinton y los que justifican, a
troche y moche, la despiadada sentencia 168-13 del Tribunal
Constitucional, la cual niega la nacionalidad a miles de nacidos en territorio dominicano cuyos abuelos entraron de tránsito.
Lo
extraño es que miembros del PLD (partido de gobierno) coinciden con
los predictores de la catástrofe nacional ante un posible triunfo de la
Clinton, y consideran al presidente Danilo Medina débil e irresponsable frente
a la entrada de haitianos al país. Ellos mismos creen que al arzobispo Ozoria
lo hizo nombrar el gobierno de Estados Unidos. Coincidencias ¿verdad?