Por Rafael Torres
Hace algún tiempo leí, no recuerdo dónde, que al anuncio de la
construcción del primer puente sobre el río Ozama, que uniría a Villa Duarte
con la parte Oeste de
Santo Domingo, alguien escribió en un periódico de la época: ¿Y ahora, de qué
vivirán los pobres yoleros? Se refería a los yoleros que a golpe de remos
cruzaban el río transportando cargas diversas y pasajeros; a estos últimos se
les cobraba dos o tres centavos.
Cuando comenzaron a dar servicio los populares
"carros de concho", fue publicada una dé cima con el título "Se
jodieron los cocheros". Años mas tarde eso mismo se dijo en La Romana,
cuando comenzaron las guagüitas de concho a dar servicio a 5 centavos por
persona. "Se jodieron los cocheros".
Eso fue a principios de los 60s. Igual sucedió
cuando el Central Romana instaló el sistema de embarque de azúcar al granel:
"Se jodieron los muelleros". Al transportar la caña de azúcar en los
bateyes sustituyendo carretas de bueyes por modernos vehículos de gasoil,
"se jodieron los carreteros".
Y es amigos, que el paso del tiempo trae
transformaciones. Antes, dos hombres a golpe de hacha se tomaban horas y horas
para talar un árbol; hoy un solo hombre con una sierra eléctrica de toma apenas
unos minutos. Así, al paso del tiempo, los trillos en los campos han pasado a
ser caminos vecinales; los caminos carreteros fueron convertidos en carreteras
y éstas fueron asfaltadas; hoy en día esas carreteras han pasado a ser las
modernas autopistas y/o autovías que nos llevan más rápido y seguros de una
ciudad a otra.
En las ciudades hay avenidas más amplias,
edificios de apartamentos que alojan decenas de familias, sustituyendo a
barriadas antiguas. El carbonero y el burro fueron suplantados por un
motoconcho y un tanque de gas propano atrás.
El telégrafo dio paso al teléfono, el radio
eléctrico al de transistores, la televisión no necesita antena que también el
radio la precisaba. Hoy hay cable en millones de hogares, lo cual 50 años atrás
era inimaginable. El trapo de colar café es pieza de museo, llegó la greca; ya
nuestras pobres mujeres no tienen los nudillos pelados gracias a la lavadora
eléctrica y quien no la tiene la alquila.
Hay modernos autobuses para el transporte
público a todas partes. Hay en la capital hasta un Metro, cuyas redes han sido
extendidas y seguirán. Pero tanto ayer como hoy hay quienes se oponen a las
transformaciones que demandan los nuevos tiempos.
Tal y cual hoy son objeto de burla quienes ayer
se oponían a la construcción de un puente, así lo serán en el futuro, no muy
lejano, quienes se oponen a los cambios y transformaciones que demandan el
presente y futuro.
El progreso y la modernización no los detiene
nada ni nadie. No es lo mismo cruzar el río por un puente como hacerlo en una
yola, como tampoco es lo mismo ir a la capital en un caballo que en una jeepeta.