Por: Ramón Antonio Negro
Veras
A lo mejor de nuestro pueblo, los hombres y mujeres con vocación democrática,
no dominados por la politiquería y el desenfreno electoral, conviene recordarle
que hoy 23 de abril de 2012, se cumplen cuarenta (40) años de la deportación a
Europa del legendario revolucionario Lorenzo Enrique Vargas (a) El Sombrerero,
quien fuera dirigente histórico del Movimiento Popular Dominicano.
He aquí un relato de mi última comunicación con El Sombrerero, días antes de
ser deportado.
El 1ro. de septiembre de 1971, fue asesinado Jesús María Álvarez –Boyoyo-. El
14 del mismo mes, la Policía Nacional acusó del crimen a El Sombrerero, versión
que nunca fue aceptada por los familiares del ultimado; antes al contrario,
siempre se dijo que Jesús María fue asesinado por la Policía.
El Sombrerero también fue
acusado de haber participado en el asesinato de los esposos Pablo y Nancy
Porter. En este sentido, se ha señalado al organismo policial de la época como
involucrado en éste último crimen.
Una vez El Sombrerero, fue informado de que había sido señalado por la Policía Nacional
en los casos de Boyoyo y los esposos Porter, se lanzó a la clandestinidad; él
sabía que el objetivo no era apresarlo, sino eliminarlo físicamente.
Lorenzo Enrique Vargas –El Sombrerero-, fue uno de los hombres más íntegros que
ha tenido el movimiento popular, democrático, progresista y socialista del
país. Yo sabía que era inocente de las imputaciones que le hacía la policía y
por tanto me entregué en cuerpo y alma a defender su inocencia.
Lo primero que hice en su favor fue interponer un recurso de Habeas Corpus el
cual fue acogido por el juez apoderado, el licenciado Ricardo Almánzar, quien
ordenó su libertad.
La decisión fue apelada, la sentencia fue desacatada por la Policía y el
ministerio público, y El Sombrerero mantenido en prisión. Le hice una
intimación tanto al fiscal como al Procurador de la Corte de Apelación de
Santiago para que lo pusieran en libertad, pero ambos funcionarios se
opusieron.
Finalmente, el gobierno convertido en ley, batuta y constitución decidió
deportarlo hacia Europa. Salió el 23 de abril de 1972.
El caso de El Sombrerero demostró la intolerancia del gobierno, la ineficacia
de la justicia y la complicidad de ésta con todos los actos ilegales ejecutados
por el régimen de los doce años del doctor Balaguer.
La deportación de El Sombrerero fue la culminación de una lucha en los
estrados.
Cada día, el régimen del doctor Balaguer daba demostración de ser más y más
insensible; yo estaba consciente, al igual que amplios sectores democráticos
del pueblo dominicano, de que había que seguir dando la batalla para obligar al
gobierno a que respetara los derechos y libertades del pueblo dominicano.
En el curso de la defensa que hice de El Sombrerero, utilicé como medio
fundamental el argumento de que mi defendido no había tenido nada que ver con
los asesinatos de Boyoyo ni de los esposos Porter, sino que eran crímenes que,
por su naturaleza, respondían a la factura de los que la policía ejecutaba.
Esta tesis indignó a los
servicios policiales principalmente a los vinculados con el Servicio Secreto
del organismo policial.
Una vez llegó al gobierno el PRD y Antonio Guzmán Fernández, le solicité al Procurador
General de la República, que en la lista que se había elaborado para el regreso
de los exiliados se incluyera a Lorenzo Enrique Vargas –El Sombrerero-. El
Magistrado a quien le dirigí la petición hizo caso omiso a la misma.
El Sombrerero falleció el 28 de abril de 1987, en Estocolmo, Suecia. El precio
que pagué por defender y demostrar la inocencia de Lorenzo Enrique Vargas –El
Sombrerero-, fue una paliza que me propinaron miembros del Servicio Secreto de
la Policía Nacional el 1 de mayo de 1972, en el local de UNACHOSIN en Santiago.
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