Voces y
ecos
RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
El
sustantivo común que la denomina, con mayúscula inicial, hace de la
Constitución un ente único que, aunque sujeto a modificaciones, expresa la más
genuina forma de conducirse una nación. Es una sola, pero la nuestra arrastra
nombres impuestos por las circunstancias políticas que rodearon las 40
versiones que se tienen de ella.
De los
líderes y caudillos que han protagonizado las acciones que provocaron alteraciones de nuestra Constitución se
originan apelativos para algunas versiones. Tres de estas llevan nombres de
lugares donde fueron proclamadas: San Cristóbal, 6 noviembre 1844; Moca, 19
febrero 1858, y Santiago, 22 de febrero 1908.
Pacto
Constitucional se llamó a la modificación aplicada en 1868 para salvar la
beligerancia entre los caudillos José María Cabral y Buenaventura Báez. Más
adelante (31 marzo 1876) tuvimos el Acta Adicional, agregada a una reforma
aprobada un año antes. La Constitución de Heureaux data del 12 de junio de 1896
y tuvo vigencia hasta 1907.
En 1908, es
Ramón Cáceres quien deja su impronta en una Carta a su modo: la Constitución de
Mon o de Santiago. Después de Cáceres vinieron otras alteraciones y una
anulación en 1916, por la ocupación gringa.
Reformas hubo, sin nombre, a diferente de las siete de Rafael Trujillo,
1934, 1942 y 1947, 1955, 1959, junio 1960 y diciembre 1960.
La de 1947
es digna de recordar como verdadera acción de Estado. Entre las modificaciones
post Trujillo destaca la Constitución del Consejo de Estado, 16 de septiembre
de 1962, la cual facilita el tránsito hacia la democracia. Ese Gobierno crea
las condiciones para que en 1963 Juan Bosch fuera elegido Presidente.
De esa
elección emana la Constitución de Bosch (abril 1963), democrática y
progresista, la cual anularon los golpistas y sustituyeron por la Constitución
del Consejo de Estado. El golpe de Estado trajo la guerra civil de 1965 cuyo
final conllevó la firma (3 de sept. 1965) del Acto Institucional, vigente hasta
28 noviembre de 1966.
En esa
fecha se proclamó la Constitución de Balaguer, la cual permaneció 28 años. Fue
modificada el 14 agosto de 1994 cuando salió la Constitución de Peña Gómez,
para remediar la crisis poselectoral de ese momento. Se creó el Consejo de la
Magistratura y se prohibió la repostulación presidencial.
Reponer la reelección motivó la Constitución de Hipólito Mejía (2002), la cual dispuso que después de eso, el presidente no podía postularse jamás. En 2010, asegurados sus dos períodos consecutivos, Leonel Fernández creó su Constitución sin el “jamás”. Danilo Medina también quiso la suya y retornó el modelo hipolitista. Hoy rige la de Danilo.