"Yo soy
princesa, pero eso no me impide limpiar un baño", dijo en su día. Sus
sobrinos, incluido el rey Felipe, la llaman Tía Pecu por peculiar. Así viste
esta princesa budista, vegana y muy solidaria que cumple hoy 78 años.
¡Felicidades!
POR PALOMA SIMÓN
– VANITY FAIR
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La princesa Irene de Grecia, Pilar de Borbón y Luis Gómez-Acebo en Barajas para despedir a la reina Federica de Grecia, de regreso a Italia. Junio de 1968. |
Londres, 1963.
Irene de Grecia (Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 1942) es una de las invitadas a la
boda de la princesa Alexandra de Grecia con Angus Ogilvy. A la cena de gala en
el Castillo de Windsor celebrada con anterioridad al enlace Irene fue vestida
de amarillo, con un traje de noche de plumas con mangas de tul del modista de
origen griego Jean Dessés.
El mismo que
había confeccionado un año antes el traje de novia de su hermana mayor, Sofía,
con el príncipe Juan Carlos de España. Efectivamente, hubo un tiempo en la
menor de los tres hijos de los reyes Pablo y Federica de Grecia vistió de alta
costura, llevó pieles y alternó la indumentaria de gala y las tiaras familiares
con las tendencias de la época, la década de los sesenta, tal y como se
esperaba de una joven princesa europea. Y no una cualquiera: en su árbol
genealógico hay dos emperadores alemanes, ocho monarcas de Dinamarca, cinco de
Suecia, siete zares de Rusia, un rey y una reina de Noruega, una de Inglaterra
y cinco soberanos de Grecia.
Irene de Grecia
con su madre, la reina Federica, los reyes Juan Carlos y Sofía con sus hijos, el
príncipe Felipe y las infantas Elena y Cristina, y Constantino y Ana María de
Grecia con Pablo y Alexia, en el Palacio de la Zarzuela en 1968.
Sin embargo, un
año después de la imagen que aparece sobre estas líneas, y en la que Irene de
Grecia posa con minivestido de línea trapecio de color rojo, su estilo cambió
de forma radical. La princesa se instaló en la India con su madre, la reina
Federica, donde vivió hasta 1974, donde no solo profundizó en la filosofía
holista que aprendió de niña en Sudáfrica y se convirtió definitivamente al
budismo.
En Madrás se
habituó a vestir sari. Incluso cuando regresó a España, donde reside gran parte
del año –en el Palacio de la Zarzuela, en unas dependencias que, al parecer,
tienen poco de palaciego; suele pasar un par de meses en Idia y otros dos, en
Grecia– empezó a llevar chaquetas tipo Nehru, pantalones holgados –sí,
exactamente iguales que los de tipo pijama que tanto se llevan ahora– y
estampados Paisley. También le gustan especialmente los motivos africanos. Un estilo
que, dadas las circunstancias, resulta increíblemente oportuno y convierten a
la tía del rey Felipe en una suerte de icono de estilo inesperado.
La princesa es
una mujer de gustos peculiares, no en vano tanto el rey como el resto de sus
siete sobrinos se refieren a ella cariñosamente como Tía Pecu. Es vegana,
practica yoga y no suele llevar accesorios de piel. Siempre usa zapato plano y
no consta que haya vuelto a llevar falda o vestido desde la boda de los
entonces príncipes de Asturias, en mayo de 2004.
Para aquella
importante ocasión escogió un traje de chaqueta con falda larga estampada en
seda verde lima. Le gustan especialmente los colores vivos y los tejidos con
caída, como el terciopelo. Aunque, si está en Palma de Mallorca, no duda
enfundarse un par de pantalones vaqueros, que suele combinar con ligeras
camisolas en tonos alegres. También le gustan los echarpes. Si hubiese que
definir su aspecto en una sola palabra, esta sería sin duda alhuna hippie.
Bohemio. "En una ocasión, en una recepción en una cena, una invitada no hacía
más que presumir.
Que si su traje
era de una marca, sus joyas de otra o su calzado, de un diseñador de moda. Ella
la miro señalando sus pies y le dijo: 'Pues yo estos zapatos me los compre en
el mercadillo de Majadahonda, ¿a qué son preciosos? La señora se quedó de
piedra. La princesa tiene un humor muy británico", me cuenta la escritora
Eva Celada, su biógrafa y autora entre otros de En la mesa con Leonardo Da
Vinci. (Planeta Gastro).