Por Thomas Stephens
Othmar Ammann diseñó y construyó muchos de los puentes
más icónicos de la ciudad de Nueva York y redefinió el arte de construir
puentes. El documental suizo Gateways to New York [Entradas a Nueva York],
recientemente galardonado, cuenta la historia del “suizo de América”.
“Todo comenzó
cuando la cadena de televisión europea Arte me pidió que investigara sobre
héroes suizos desconocidos”, explica el director de la película, Martin Witz.
“Así fue como encontré a unas cuantas personas que me pareció que no eran tan
famosas como se merecían”.
Entre ellas estaban el fabricante de automóviles Louis
Chevrolet, el diplomático suizo que durante la Segunda Guerra Mundial salvó a
decenas de miles de judíos en Budapest Carl Lutz, y el piloto Victor Hug, que
en 1946 fue la primera persona en aterrizar un avión de rescate en un
glaciar.
“También propuse a
Othmar Ammann”, señala Witz a swissinfo.ch durante el Festival de Cine de
Solothurn, donde su película ha ganado el Premio del Público. “Pero cuando
estaba preparando todos estos nombres, pensé que Ammann podría merecer más de
25 minutos de televisión. Así que empecé a desplegar un tratamiento de pantalla
grande. ¡Y creo que tenía razón! Es fácil que merezca 90 minutos”.
Recién graduado en ingeniería, en lo que hoy es la Escuela
Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ), en 1904 Ammann (1879-1965) partió hacia
Estados Unidos.
“Al principio no
quería emigrar a Estados Unidos, solo quería hacer unas prácticas. Su profesor
lo recomendó como un estudiante de mucho talento y le dijo que en uno o dos
años en Estados Unidos iba a aprender más que en diez años en Suiza”, cuenta
Witz. “Así se fue, ¡y se quedó atrapado!”.
Rápidamente se convirtió en una persona muy solicitada.
“Hablaba varios idiomas, tenía formación en la EPFZ, y durante muchos años
había sido primer ayudante de Gustav Lindenthal, el ingeniero más importante de
la época. Y los puentes eran necesarios”.
Según Witz, Ammann a menudo estaba en el lugar adecuado
en el momento preciso. A principios del siglo XX, especialmente en los
violentos años veinte, se produjo un auge de la motorización, la urbanización y
la sociedad de consumo.
“Aunque tenía un
aspecto y un comportamiento muy suizos: modesto y algo retraído –tal vez también un poco rarito–, sabía exactamente
dónde estaban sus posibilidades y cómo podía aprovecharlas. Tenía dos caras: la
tímida y suiza, pero también la de ‘ve a por ello’”, dice Witz.
“Consiguió mejores
trabajos, más responsabilidad y finalmente [en 1925] la oportunidad de hacer su
propia intervención: el puente George Washington. Su gran salto”.
El puente George Washington atraviesa el río Hudson,
conecta el barrio de Washington Heights de Manhattan en la ciudad de Nueva York
con el distrito de Fort Lee en Nueva Jersey. Cuando se inauguró en 1931, su
envergadura de 1 067 metros (3 500 pies) lo convirtió en el primer puente
colgante de más de un kilómetro. Hoy sigue siendo el puente colgante con más
carriles de tráfico (14, distribuidos en dos niveles) así como el puente más
transitado del mundo con más de 100 millones de vehículos que lo cruzan cada
año.
El profesor jubilado de ingeniería estructural Tom F.
Peters ha declarado a swissinfo.ch que “la contribución pionera de Ammann en su
primer puente, George Washington, fue poder ampliar la envergadura límite: ¡la
duplicó!”. Hasta entonces el récord lo ostentaba el puente Ambassador, entre
Michigan y Ontario, con una longitud de 564 metros.
“Esta puesta en
escena –en otras palabras, considerar un puente como una cuestión de ciclo de
vida y no como un esfuerzo único, en un momento concreto y monumental– fue una
solución ‘suiza’. Esto tiene que ver con la tradición militar suiza: los
zapadores eran reclutados entre jóvenes ingenieros civiles, y los oficiales
militares se entrenaban no solo para construir puentes, sino también para
destruirlos”.
Peters señala que su formación en la EPFZ estuvo
condicionada por este planteamiento de la construcción como ciclo de vida, en
contraste con otras culturas de ingeniería. “De hecho, todos los puentes suizos
hasta hace poco se han diseñado incluyendo cámaras para poder minarlos y
destruirlos en época de guerra”.