Air France se reúne en secreto en la embajada francesa en La Haya con
los parlamentarios para explicarles que quiere controlarlo todo.
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Según una filtración, en París pretenden convertir a KLM en una segunda marca, en una especie de Iberia Express |
Por Javier Calonge
KLM, la aerolínea holandesa, genera beneficios desde hace años. Su
socia, más grande, Air France, no. Más bien se come lo que genera la holandesa
y a veces ni siquiera le basta. Pese a que esta situación lleva años, en la
sede de la holandesa ha habido contención del malestar. La prensa internacional
nunca dejó de preguntar cómo se llevaba eso de ser la hermana pobre de una
pareja y, encima, la que mejor funcionaba.
Pero ahora las cosas se han desbordado. El año pasado, tras un verano
desastroso, Air France nombró un nuevo jefe, en la persona del director de
operaciones de Air Canada, Ben Smith. Se había barajado la posibilidad de que
un holandés pudiera coger el control del grupo pero ustedes ya saben lo que es
el “chauvinismo” francés: un español puede estar al frente de British Airways,
pero un holandés no parece que pueda llegar al frente de Air France.
Las aguas se calmaron y Smith asumió el control del grupo y de Air
France. Hasta que este viernes habría decidido cesar a Pieter Elbers, porque al
parecer no apoya con suficiente intensidad la gestión en París. Por ejemplo,
París no quiere que las compras de aviones se negocien por separado, para
disponer de poder ante los fabricantes. El contrato de Elbers acababa este mes
de abril, por lo que se optaría por no extender su gestión más allá.
Un poco peor: todo está en la prensa. La batalla se ha convertido en un
serial sobre el orgullo de cada país y eso, especialmente en Holanda, se ha
publicado en las portadas.
Como se podría imaginar cualquiera, este es un problema porque el
control pasa a la aerolínea que lleva años perdiendo dinero en detrimento de
quienes han hecho los sacrificios en su momento y que, con responsabilidad, han
venido manteniendo el grupo a flote. Las críticas en Amsterdam no se disimulan.
Para que vean cómo están las cosas, De Telegraaf, el periódico holandés,
publica que Ben Smith, el jefe de Air France y del grupo, tuvo una cena secreta
con miembros de parlamento holandés en la embajada francesa en La Haya para
hablar del futuro de la aerolínea. ¿Por qué una compañía aérea se reúne en una
embajada? Porque Air France sigue teniendo participación del Estado francés,
que no vendió todas sus acciones sino que sigue en medio. Y ustedes ya se
imaginan qué significa Air France para Francia (El CEO de Air France-KLM planea
la fusión de ambas aerolíneas).
La creación del consorcio entre Air France y KLM, en 2004, contemplaba
que la segunda aerolínea sería bastante independiente de la primera, pero eso
era en 2004. Ahora, según una filtración, en París pretenden convertir a KLM en
una segunda marca, en una especie de Iberia Express, si habláramos de España.
La filtración ha atacado lo más profundo de los holandeses, sobre todo porque
todo se ha hecho en secreto y cuando KLM sigue dando beneficios (Air France-KLM
gana ocupación en agosto y sube un 3,3% en pasajeros).
Los medios de comunicación, sobre todo de Holanda, no van con vueltas:
Francia no respeta lo acordado en 2004.
El acuerdo entre Air France y KLM es similar al que existe entre British
Airways e Iberia o el que hay entre Lufthansa y sus socios Swiss o Austrian. En
el caso español, se ha mantenido una notable independencia en la gestión,
aunque sí hay compras de flota conjuntas. No se ha tocado la identidad, ni la
marca, y las decisiones básicamente se toman en España. Pero es que British no
está perdiendo dinero, ni Iberia estuvo hasta hace poco tan boyante como para
presumir. En el caso holandés, en cambio, las cosas son muy diferentes.