Por Luis de la
Torre
(Especial para
la revista ¡AHORA! Junio 15 de 1962)
El 7 de enero de
1957 fue asesinado en una lóbrega celda del cuartel general de la Policía
Nacional, un aviador dominicano de 38 años de edad. A partir de esa fecha una
familia dominicana vistió crepones de luto y sus hombres juraron luchar hasta
el fin por librar a la Republica Dominicana, del dolor sangriento que la
estrangulaba lentamente.
La familia de la
Maza, dio héroes y mártires a la patria. Seis de sus componentes cayeron para
siempre víctimas de la furia vesánica de un hombre, que abolió con la sangre a
miles de compatriotas nuestra tierra.
Octavio de la
Maza fue el primero en perecer hace más de cinco años. Luego el pasado 30 de
mayo le siguieron sus hermanos Ernesto de 43 años, Mario de 52, Bolívar de 24 y
Antonio.
Negros crespones
envolvieron para siempre el alma de un anciano, Don Vicente de la Maza, padre
de los caídos.
Muerte de
Octavio
Gerald Murphy,
el piloto norteamericano que trajo a la república profesor universitario
español Jesús de Galindez, en aquella tristemente célebre maniobra de
bandolerismo internacional que tanta repercusión tuvo, se convirtió en un serio
problema para Trujillo.
Murphy era un
testigo de primera línea, que si hablaba significaría la ruina para el tirano,
y derrumbamiento de sus sueños de dominación vitalicia del país y de sus
riquezas.
Murphy, pues,
debía morir y murió, pero había que buscar a alguien que cargara con la
responsabilidad, y Octavio de la Maza fue el elegido. Este se negó rotundamente
a ser actor en la burda comedia que pretendía montarse, con su nombre en el
primer lugar del reparto.
Los Estados
Unidos iban a iniciar una investigación del suceso y la madeja seguía
embrollándose cada día mas. En cierta ocasión Octavio de la Maza fue llevado al
antiguo Palacio de Justicia, para ser careado con Richard Stevens, funcionario
de la Embajada estadounidense. La ocasión fue bien aprovechada por el Aviador
dominicano, quien reafirmo su total inocencia en el hecho que se le imputaba.
Hablo duro.
Llevado
nuevamente a su celda del cuartel general de la Policía Nacional, varios
esbirros penetraron en ella, entablándose una lucha entre el prisionero y sus
vigilantes. Uno de ellos hirió de un bayonetazo en un costado a Octavio,
momento que fue aprovechado por su contrarios para dominarlo.
Un rápido
proceso de ahorcamiento y el alma del aviador remonto los espacios hacia el Mas
Allá. Su muerte fue dada a conocer públicamente como un “suicidio”. Y con ella
se dio el carpetazo al asunto Murphy. (Continuara)