RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
Casi 42 años después, el PLD (Partido de la Libración Dominicana) se da el gusto de hacer desaparecer al PRD
(Partido Revolucionario Dominicano), de cuyo seno salió abruptamente. Desde su
aparición, el PLD concentró sus
esfuerzos en destruir el partido que se fundara en 1939 con
el objetivo inmediato de derrocar la dictadura de los Trujillo.
Todo vino porque Juan Bosch,
presidente del PRD y uno de sus fundadores, había perdido algunas votaciones internas en la
organización, que se preparaba para el proceso electoral del año siguiente. De
súbito, Bosch renunció del partido
seguido de la llamada comisión permanente. Ocurrió el 18 de noviembre de 1973.
Al día siguiente, lunes 19,
rabiosos seguidores del expresidente Bosch desmantelaron la casa nacional del PRD, quitaron el letrero, un largo tablón, y lo arrojaron al
basurero. Además, se llevaron los archivos de militantes y otras pertenencias e impidieron la entrada a los importantes dirigentes Pablo Casimiro
Castro, Almanzor González y Aridio García de León.
Luego, los boschistas rotularon las paredes con las siglas del PLD. Los principales dirigentes del PRD
pidieron a Bosch reconsiderar su decisión y a cambio, el secretario general,
José Francisco Peña Gómez, abandonaría su
función y el país. Juan Bosch respondió
que el PRD había cumplido su misión
histórica. Un mes después se formalizó la constitución del PLD.
A propósito de las elecciones
de 1974, se formó una coalición de partidos encabezada por el PRD
para poner fin al gobierno despótico que
desde 1966 presidía Joaquín Balaguer. El
PLD, que carecía de reconocimiento legal, conspiró contra esa alianza. La oposición,
representada por el Acuerdo de Santiago,
con Antonio Guzmán de candidato presidencial,
se abstuvo de participar.
En 1978, ya el PLD tenía
personería jurídica, pero llamaba a las
elecciones “matadero electoral”, lanzaba críticas despiadadas contra el PRD y
sus dirigentes, y mientras el pueblo quería salir del balaguerato,
los peledeístas repetían esta insidiosa
consigna: “Quien crea que le va a ganar a Balaguer está loco o es sinvergüenza”.
Y Balaguer veía que eso era bueno.
Ante la victoria del PRD, al día
siguiente de las elecciones e interrumpido militarmente el escrutinio de votos, el PLD propuso - sin empacho- un gobierno de unidad para desconocer los
resultados de los comicios. Mientras la sociedad reclamaba respeto a la voluntad popular, el PLD sometía
a la justicia al vicepresidente de la República electo, Jacobo Majluta, para impedir que se juramentara como tal.
El odio de los peledeístas hacia
el PRD ha sido visceral. Cuatro décadas
después, como una burla, la histórica
organización ha sido engullida por las
fauces de su perseguidor. El presidente Danilo Medina entrará al salón de la fama del PLD, con el mérito de
haber conseguido algo que nunca se hizo,
aunque se inició en 1973. El PLD ha saciado un apetito.