Por José Luis De Ramón
Socio Director
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Esta mañana participé como panelista en el seminario de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) “¿Qué nos motiva a pagar Impuestos?”. La propia palabra impuesto lleva una sumisión implícita: Un poder más grande que se le impone al ciudadano y le quita riqueza; en este sentido, hablar de motivación parecería contradictorio.
Sin embargo, la imposición del poder tiene varias formas de manifestarse; me quedo con la clasificación de John R. Galbraith (The Anatomy of Power, 1983) que clasifica el poder en condigno (“hazlo para que no te castigue”), compensatorio (“hazlo y te gratifico”) e ideológico (“te convenzo de que tú quieres hacer lo que yo quiero que hagas”). Esta última es la forma más poderosa de imposición de poder.
No obstante en el pago de impuestos hay algo de voluntad; las personas pagan en cierto grado por convencimiento. Aunque si preguntáramos a alguien porque evade el pago de un impuesto, podemos esperar que justifique el evadir porque el Estado gasta mal o porque el Estado no le beneficia. Existe evidencia que la ideología y aprendizaje tienen que ver con la decisión de los agentes económicos en pagar impuestos.
En el gráfico se muestra claramente que los países que tienen un mayor grado de institucionalidad (garantía para el ciudadano de un Estado más justo), los ciudadanos aceptan una mayor carga impositiva. Consecuentemente, para aumentar la presión fiscal en República Dominicana (la cual es baja al compararse con la mayoría de los demás países del mundo) es imprescindible crear un mayor grado de institucionalidad.