Nieta del psiquiatra Juan Antonio Vallejo-Nágera, ha optado por el mundo de la moda y ha trabajado para prestigiosas firmas. Hace dos años volvió a Madrid desde Londres para iniciar una nueva etapa
POR NURIA HERNÁNDEZ Vanity
Fair
Aunque su abuelo, el
prestigioso psiquiatra Juan Antonio Vallejo-Nágera, falleció el mismo año en el
que ella nació, Beatriz Carranza Vallejo-Nágera (Madrid, 1990) solo tiene
buenas palabras para el padre de su progenitora. “Todo el mundo habla maravillas
de él. Me da mucha nostalgia no haber podido conocerlo. Mi madre siempre dice
que él habría disfrutado muchísimo con nosotras [tiene una hermana gemela] y
que le hubiéramos hecho mucha gracia. Ser nieta de una eminencia a escala
intelectual y social es un lujo”, nos dice esta joven que habla rapidísimo y
demuestra su entusiasmo en cada una de sus palabras. “Mi abuelo era pintor y
cuando mi madre tenía cuatro años se disfrazaba en la casa que tenían en
Sotogrande y él la pintaba. Pero es cierto que falleció siendo ella muy joven,
por lo que no es un tema del que hablemos mucho, para ella es doloroso”. Hija
de la escritora María Vallejo-Nágera y sobrina de Samantha Vallejo-Nágera, su
vida no tiene nada que ver ni con las letras ni con la psiquiatría. “Mis padres
se mudaron a Londres cuando teníamos tres años y allí he desarrollado mi vida y
mi carrera profesional. Soy muy de números, mi padre es ingeniero. En ICADE yo
era una niña ‘repelentísima’, con notazas, y cuando terminé en 2013 nos dijeron
casi que nos preparáramos para trabajar gratis porque veníamos de la crisis de
2008. Pero yo siempre tuve claro que quería trabajar en Londres”, explica.
Aunque ni por asomo se imaginó que terminaría en el sector de la moda, comenzó
en una empresa que se dedicaba a distribuir grandes marcas en el Reino Unido.
“Ponía cafés, hacía fotocopias y hasta cuando las modelos llegaban tarde me
cogían a mí”, ríe.
Después de seis meses la
llamaron de una marca francesa y un año más tarde fue Versace quien la
contrató. “Yo era el miembro más joven de un equipo de cinco personas para
llevar todas las operaciones de la marca en el Reino Unido. Fueron dos años de
aprendizaje absolutamente maravillosos. Era muy joven, estaba muy protegida y
fueron meses duros, pero ahora puedo ver que fue un elemento catalizador para
la profesional que soy hoy en día”, nos cuenta Beatriz. De ahí fichó por Diane
von Fürstenberg. “Fue a través de una clienta que me dio el número de su mejor
amigo. Yo tenía 24 años y empecé a llevar todo el negocio al por mayor en un
grupo de países europeos. Cuando entré ahí se me abrió el mundo de la moda.
Empecé a viajar a Nueva York, Milán, a vivir el glamour, los hoteles de cinco
estrellas, cenas de lujo todas las noches… Fue una experiencia alucinante. Ahí
entendí cómo funcionaban los mercados internacionales. Fueron dos años y medio
de absoluta magia, viví los años dorados del mundo de la moda”, recalca con
pasión.
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