Por Análisis De Stephen Collinson
El levantamiento por parte de Turquía de su
bloqueo a la entrada de Suecia en la OTAN fue un movimiento significativo y
sorprendente en vísperas de la cumbre de la OTAN en Lituania. La marcha atrás
del presidente Recep Tayyip Erdogan se produjo horas después de que advirtiera
a Suecia de que se quedaría fuera hasta que Turquía consiguiera su tan demorado
ingreso en la Unión Europea.
Una vez que Suecia ingrese finalmente en la
OTAN, reforzará la reputación de Biden como líder estadounidense que revitalizó
y amplió el bloque. Finlandia —que decidió adherirse, al igual que Suecia, tras
la invasión de Ucrania— ya ha añadido cientos de kilómetros de territorio de la
OTAN en la frontera con Rusia.
La guerra de Rusia en Ucrania, minuto a
minuto
La entrega de armas y municiones a Ucrania y
el liderazgo de la alianza por parte de Biden lo han convertido en el
presidente más importante en asuntos transatlánticos al menos desde George H.
W. Bush, que presidió el final de la Guerra Fría y la reunificación de
Alemania. Sin embargo, su legado dependerá en última instancia del resultado de
la guerra en Ucrania y de su capacidad para evitar un enfrentamiento directo
con Rusia.
El cambio de postura de Turquía también
aligerará el ambiente en la cumbre de la OTAN, donde el momento de mayor unidad
de la alianza en años había corrido el riesgo de verse algo empañado por las
divisiones en torno a las súplicas de Ucrania para conseguir un calendario de
adhesión. Biden había declarado antes de abandonar Estados Unidos que Ucrania
no estaba preparada para ingresar. Los nuevos Estados miembros necesitan la
aprobación unánime de todos los miembros de la OTAN para poder ingresar en el
club y beneficiarse de su garantía de seguridad colectiva.
La decisión de Erdogan fue también un duro
golpe para el presidente de Rusia, Vladimir Putin. En primer lugar, supondrá la
expansión del territorio de la OTAN y reforzará la alianza tras una invasión no
provocada de Ucrania que, según Putin, pretendía en parte debilitar a Occidente
y contrarrestar lo que él afirma que es su esfuerzo por neutralizar el poder de
Rusia en su propio patio trasero. En segundo lugar, la decisión de Erdogan —un
líder cada vez más autocrático que ha disfrutado de lazos en gran medida
cordiales con el hombre fuerte del Kremlin— frustrará los intentos de Rusia de
sembrar divisiones entre los miembros de la OTAN para debilitar la alianza.
Los acontecimientos de este lunes fueron otro
giro intrigante para un líder imprevisible que ha aprovechado la posición
estratégica de Turquía, donde Occidente se encuentra con Oriente, para intentar
reconstruir su país como una gran potencia regional. Aunque por el momento no
está claro si Erdogan ha conseguido algo más que concesiones cosméticas de
Suecia, las potencias europeas de la OTAN y Estados Unidos, su repentino cambio
de opinión plantea la cuestión de si había negociado hasta verse acorralado. Ya
había retirado sus objeciones a la adhesión de Finlandia a la alianza.
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