Por Lincoln López
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José Mujica |
Deseo compartir con mis amables lectores, algunas de las
vivencias y reflexiones de un hombre latinoamericano, cuyas vicisitudes a lo
largo de la vida por mantener firmes sus convicciones, ha logrado templar su
pensamiento y su forma de vida tanto pública como privada. Su pueblo lo ha
catapultó por la vía electoral a la presidencia de la república, y su ejemplo
ha trascendido las fronteras hasta convertirse en una personalidad mundial. La
mayoría de estas declaraciones están contenidas en el reportaje “Retrato de
uruguayo que sorprende al mundo” del escritor J. J. Millás. 2014.
Estuvo preso por guerrillero y por pertenecer al
Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Tiene en su haber dos fugas de la
cárcel, y en su cuerpo, seis heridas de balas.
Estuvo en la cárcel desnudo, con las dos manos y los pies
atados a una especie de parrilla. Cada cárcel tenía su especialidad: el
ahogamiento con paños empapados de agua…los perros…
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José Mujica |
Lo llevaban y lo traían de una prisión a otra, de un
agujero a otro, como un saco de mercancía inmunda, arrojándolo sin
contemplaciones sobre la caja del camión militar y sacándolo a patadas.
Entró a la cárcel con 37 años y salió con 50. De 1972 a
1985 no volvería ver la luz.
Perdió los dientes en el transcurso de las palizas que le
atizaban de forma habitual. Conocedores de su diarrea crónica y de sus
problemas urinarios los carceleros desoían sus súplicas para que lo condujeran
al retrete.
Llegó a comerse el papel higiénico y el jabón. Bebió su
propia orina y durmió durante años sobre suelos de cemento.
Pasó años sin hablar con nadie que no fueran las ratas o
los insectos que convivían con él o le hacían visitas.
Perdió la noción del espacio y del tiempo, deliró,
adelgazó hasta ser capaz de contar cada uno de los huesos de su esqueleto.
Varias veces estuvo al borde mismo de la muerte de donde
regresaba alucinado, con los ojos hundidos y sin masa muscular sobre la que
sostenerse.
Con el paso del tiempo, se convirtió increíblemente, en
el símbolo de una victoria moral sobre sus secuestradores.
Cuando apenas llevaba cuatro días libre, pronunció un
discurso político en el que resultaba imposible encontrar un vestigio de
resentimiento. Pero, tiempo después, expresó, a los que les gusta mucho la
plata, hay que correrlos de la política.
Después dijo que hay que tratar de cambiar las cosas en
paz. Y lo ha demostrado.
Rechazó una oferta de un millón de dólares para que vendiera
su viejo vehículo (un “cepillo”) en uso durante su gobierno. Además, dona el
87% de su salario para obras sociales. No comparte la opinión de que es el
presidente más pobre del mundo. No soy pobre –ha dicho- soy sobrio, liviano de
equipaje, vivir con lo justo para que las cosas no me roben la libertad.
Contribuyó a la estabilidad económica. Redujo la pobreza
y la tasa de desempleo. En salud y en delincuencia son unas de las tasas más
bajas de Latinoamérica...
Retrato de una dignidad: José Mujica. Ex Presidente de
Uruguay. Sinónimo de sabiduría, modestia, honradez, seriedad, valentía y
transparencia.