MIENTRAS MÁS RECIENTE ES LA PÉRDIDA MÁS DURO RESULTA SOBRELLEVAR LAS CELEBRACIONES DE FIN DE AÑO
Jaclin Campos
jaclin.campos@listindiario.com
Santo Domingo.- Para la mayoría de las personas, la Navidad se ha convertido en sinónimo de celebración familiar. Es por eso que, cuando muere un ser querido, las fiestas decembrinas se tornan agridulces. Mientras más reciente es la pérdida, más duro resulta sobrellevar las celebraciones de las Pascuas. Aunque la nostalgia puede invadir a los dolientes incluso tras varios años, la primera Navidad sin la persona fallecida suele ser la más difícil.
“Hay un recorrido por todos los eventos importantes vividos con esa persona”, dice Rosa Mariana Brea Franco, psicóloga clínica especializada en intervención en crisis y manejo de duelo.
Es normal que suceda, pero en lugar de esperar la Navidad sin planes concretos, la psicóloga recomienda lo contrario. La familia tiene que discutir de antemano qué hará -o qué no-.
¿Pondrán decoración navideña? ¿Armarán un arbolito? ¿Harán una cena en Nochebuena? ¿Celebrarán el Año Nuevo? Estas y otras interrogantes deben ser respondidas por los miembros del hogar, que deben llegar a acuerdos entendiendo y respetando el hecho de que cada individuo vive el duelo de manera distinta.
Evitar las celebraciones es válido. Lo importante es decidirlo de antemano.
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PRESENTE EN EL RECUERDO
Si la familia decide celebrar Navidad se recomienda que planifique alguna forma de honrar la memoria del pariente que ya no está.
“Siempre digo que hay que incluir a esa persona”, expresa la psicóloga Rosa Mariana Brea Franco.
En Nochebuena, cuando suele reunirse la familia, pueden tomar un momento para que cada uno exprese algo acerca del fallecido o para orar - si es un hogar creyente dando gracias por su vida.
“No es que nos vamos a pasar toda la noche llorando o recordando al ser querido -aclara Brea Franco-, pero sí podemos honrarlo”.
Unos celebran y otros no, pues el duelo es individual
La primera Navidad de duelo es lacerante, pero es más amarga todavía, para la familia que ha perdido a un ser querido justo en estas fechas. Si la muerte ha ocurrido de forma trágica -un accidente, suicidio u homicidio- el cuadro se complica.
El dolor hay que vivirlo, mas no dejar que se estacione en la vida de tal forma que nunca vuelva una alegre Navidad, Año Nuevo, cumpleaños o cualquier otra celebración significativa.
“No debemos dejar que las fechas nos marquen la vida”, dice la psicóloga Rosa Mariana Brea Franco, autora del libro “El duelo, un camino hacia la transformación”.
¿Qué hacer entonces para evitarlo? “Trabajar el duelo”, responde la profesional de la conducta con más de 26 años de experiencia en intervención en crisis y manejo de duelo.
¿Siente culpa, dolor, ira, resentimiento? En lugar de reprimir esos sentimientos, déjelos salir “para que se complete el ciclo y se pueda decir adiós”.
“Es muy importante trabajar el duelo, porque la vida es una sucesión de pérdidas y de ganancias: hay que dejar ir atrás algunas cosas y ganar otras. La vida es un trueque”, comenta Brea Franco.
Comprensión
La psicóloga rechaza las soluciones drásticas o apresuradas. Dice que éstas no resuelven nada. Mudarse de un día para otro o irse del país repentinamente para no pasar las Pascuas en la casa que solía compartir con el fallecido, son medidas tentadoras para quienes tienen la posibilidad económica de asumirlas, pero no resolverán el problema real.
El caso es distinto si, al salir de su entorno geográfico habitual, el doliente halla personas que le den apoyo.
“Que haya una red de apoyo es muy importante en los duelos recientes”, afirma Brea Franco.
Los adolescentes, por ejemplo, tienden a departir con sus amigos como forma de atenuar el dolor. Los adultos deben ser comprensivos y no juzgarlos mal por eso.
El juzgar es, precisamente, una de las actitudes que se deben evitar. Aunque dos personas tengan la misma relación de parentesco con el finado, no tienen por qué procesar el dolor de la misma forma.
“El duelo es un proceso altamente individual”, recuerda Brea Franco.
Mientras uno no querrá saber de villancicos y reuniones, el otro podría sumarse a las celebraciones y eso no quiere decir que no amara al pariente muerto.
“Eso se tiene que entender”, enfatiza la psicóloga. “Por eso es muy importante no juzgar y no pedirles a los otros que hagan lo mismo que yo”.
Apoyo
¿Qué hacer si un doliente se echara a llorar en medio de la celebración? Darle apoyo y no impedirle que llore, porque las lágrimas son normales y sanadoras.
Es por ello que Brea Franco recomienda: “No ponga un freno de emergencia a los sentimientos”.
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NOSTALGIA Y FRUSTRACIÓN
El duelo no sólo tiene que ver con la muerte. Cualquier pérdida significativa puede generar nostalgia.
“Lo más importante es completar el proceso, sentir la tristeza, no huirle”, señala Rosa Mariana Brea Franco. “Si le huimos, van a aparecer en nuestro cuerpo por dolencias psicosomáticas”.
La psicóloga dice que los individuos propensos a la depresión deben tomar medidas preventivas para evitar caer en una crisis.
“Primero hay que diferenciar si la persona tiene una tristeza normal luego de una pérdida o si sufre de depresión clínica”, explica. En este último caso, si la persona vive un duelo, va a necesitar ayuda tanto de un psicólogo para trabajar la pérdida como de un psiquiatra que le prescriba medicación”.
Sea depresiva o no, la persona debe:
• Tener una dieta nutritiva.
• Dormir bien (“esto es esencial”, dice Brea Franco).
• Hacer ejercicio.
• Enfocarse en el momento presente, “algo que se aprende con la práctica”.
• Estar en contacto con la naturaleza.
• Hablar con personas queridas que sepan escuchar.
• Escribir lo que siente.
• Meditar u orar.
• Evitar el alcohol y otras drogas.
(Tomado de: www.listindiario.com )