Rosalina Guzmán
La verdad es que
hablar de los carboneros es igual a hablar de personas sucias por el tipo de
trabajo que desempeñan, los cuales presentan un aspecto semivagabundos, al
ensuciarse del polvo que se desprende del material que quieren poner en venta
"CARBON" sin poder evitarlo.
Vamos hablar del
señor o señora (viejos) que, con su carretilla o burro y vestidos de pantalón y
T-shirt sucios con gorra, en el caso del hombre y faldas largas y chancleta,
con pañoletas en la cabeza, en el caso de la mujer, se encargaban de vender el carbón
a cada ama de casa o “Marchanta” de los barrios y campos de nuestro país...
Esas personas,
provenientes del lejano campo, estaban en pie de lucha desde las 6 de la mañana
de cada día, pasando por todos los callejones y calles, con su característica
voz de tenores, que pregonaban: " Eeeeeel carboneeeeeero"....
"llego el carbón", a suplir el material a cada ama de casa o
“Marchanta” que lo requería.
Es el típico
carbonero que antes era común ver en las calles de la Capital, en Santiago y en
otras Provincias o campos de República Dominicana. Pero que hoy en día, ha sido
prácticamente exterminado por la modernidad que ofrece el gas licuado de
petróleo (GLP). Entre ellos: la estufa de gas y la estufa de electricidad.
Otra razón ha sido la
intervención del Ministerio de Medio Ambiente, que ha prohibido terminantemente
la tala o corte de árboles de donde se hacía el carbón, para evitar la
deforestación y, además, que el monóxido de carbono (CO), producto de la
combustión del carbón, es un gas altamente tóxico y venenoso al mantenerlo en
ambientes cerrados, de ahí la importancia de ventilar los interiores de las
viviendas y de retirar el brasero a la hora de dormir, debido al peligro de
muerte por respirar dichos gases. En consecuencia, es negativa para la salud
humana.
¡Hace alrededor de 20
años que he dejado de verlo...!