RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
He
prologado el singular libro “Musa” y quiero compartir algunas de
las ideas escritas al respecto. Se trata de una poesía esencialmente lírica. Sinceramente
lírica, pues son los sentimientos la
materia prima de los textos compuestos por Josanny Moní. El amor predomina en estos poemas, y ya se sabe que es
éste uno de los temas perennes de la
poesía universal.
Josanny
Moní, compueblana a quien he conocido por su poesía, canta a un amor inexistente, tal vez; ausente,
al menos, pero, como paradoja, el
ser a quien habla en los poemas
aparece constantemente, en su cama,
en su casa, donde ella esté, pero sólo su mundo interior le permite
palparlo.
Se
afirma que la poesía de estos
tiempos se ha apartado del lirismo. No
es extraño encontrarse con poesía hueca,
complicada para la lectura y que por tanto no dice nada a los lectores.
Ahí debe estar una de las razones por las que se lee menos poesía. El lirismo viene de lo hondo de quien escribe. Emerson,
poeta estadounidense, ha escrito que los poetas expresan cantando lo que aprenden sufriendo.
La contenida en el libro de Moní
cuenta emociones, recorre interioridades, vuelca hacia fuera el mundo
interior de una joven que ha encontrado en la poesía la forma idónea de
expresar su concepción de la vida y del amor. Para la poesía no basta un “te
quiero”, que es lo que decimos ordinariamente.
La poesía es un lenguaje trascendente
mediante el cual lo que se dice traspasa
la fase secreta de la relación
amorosa y se presume sobrevivirá al
tiempo y a los pesares. El libro de Josanny Moní va creciendo a medida que
avanzamos en su lectura. Los textos crecen en fuerza poética y en intensidad. “Musa”, el poema que le da título al libro es un perfecto acopio de los elementos que
intervienen en su poesía: viento, olor
de lluvia, olor de café, sus ojos, la mirada del otro, esas gotas incesantes
que acosan mi techo…
Es persistente el lirismo, y también el
erotismo. Erotismo del bueno, digo, pues
el erotismo es como el colesterol, uno
bueno y el otro malo. El erotismo bueno es vida y belleza, vale decir poesía. El
otro se aproxima a lo vulgar.
Esta autora sabe cómo
empezar y terminar un poema, no sé en qué academia o taller literario lo ha
aprendido, pero puedo intuir que la fuerza
de sus versos es hechura de un
mandato superior que emana de la conciencia. Sólo así puede hablarse tan enfáticamente con un ser
que no ha sido visto: “¿Cómo irme de tu vida si nunca he estado?”.