"Son suposiciones muy variadas", declaró Andrus en una rueda de prensa. "Quiero dejar bien claro que no lo sabemos", insistió.
Andrus afirmó que una de las amenazas más graves para la salud que afrontan ahora los supervivientes del terremoto de 7 grados registrado el martes en Haití proviene de las enfermedades infecciosas gastrointestinales ante la falta de agua potable.
"Los brotes de diarrea son un gran problema, por eso el agua potable tiene tanta prioridad", agregó.
El subdirector de la OPS explicó que la permanencia de miles de cadáveres que empiezan a pudrirse en las calles y dentro de los edificios derrumbados no es una de las amenazas más graves para la salud pública.
"Los cadáveres, en sí mismos, no son un peligro significativo para un brote de epidemia", dijo Andrus.
Agregó que "tenemos tiempo para manejarlos con respeto, de manera que las familias puedan saber qué ocurre con sus seres queridos".
"La idea de que (los cadáveres) deben ser recogidos de inmediato y sepultados en fosas colectivas para evitar epidemias no se sustenta en la experiencia recogida en catástrofes de este tipo", manifestó el subdirector de la Organización Panamericana de la Salud.
Andrus dijo que mucho mayor es la amenaza de diarreas, enfermedades respiratorias y enfermedades virales.
Según responsables de varios hospitales en Haití, los centros médicos donde se hacinan los heridos carecen de agua potable, electricidad, medicinas, suero, anestesia o alimentos.
La falta de coordinación es evidente en Puerto Príncipe, destruida en buena parte del el seísmo, pues toda la ayuda humanitaria internacional no ha llegado a las calles tres días después.
Los haitianos se agolpan con baldes frente a camiones de bomberos que les sirven agua, mientras todavía quedan cadáveres sin recoger en las aceras.
La numerosa ayuda humanitaria internacional llegada a Haití aún no ha podido ser distribuida en su mayoría debido a la destrucción de las infraestructuras.
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