José
Diego Pérez Guzmán
Santo
Domingo.- A los dominicanos parece que nos están anestesiando. Puede también
que nos estén cogiendo de pendejos.
Aquí
llegan cientos de haitianos ilegales todos los días y nadie hace nada. Y no
vienen escondidos. Pasan la frontera como si nada pasara. Y no transitan en
barco ni en avión. La mayoría se presenta a pie. Otros viajan en vehículos todo
el trayecto hasta este lado de la isla pagando peaje.
Pero
eso no es de ahora. Mientras todo esto sucede, estamos tomando ron y cervezas.
Jugando a la lotería. Apostando al béisbol, escuchando bachata, viendo
televisión y fumando la hookah. La anestesia perfecta para dormir en paz.
Para
construir un barrio o un pequeño pueblo hay que trazar una logística donde
interviene la generalidad de las instituciones gubernamentales de servicios
públicos en apoyo a los ayuntamientos.
Y
esto lo saben todos los ingenieros. Un barrio no se construye así de repente.
Hay que levantar un plano con todo lo de la ley. Pagar impuestos y legalizar
documentos. Los estamentos de seguridad y los organismos de inteligencia deben
ser los más informados sobre estos aprestos. Saber quién construye y para qué.
Cómo
se concibe que las Fuerzas Armadas de un país no disponga de informaciones
sobre el levantamiento de este tipo de infraestructura cerca de un aeropuerto
internacional.
Que
no tengan información sobre el financiamiento y propósito de una construcción
que involucra muchas maquinarias y millones de pesos. Y más si se trata de un
barrio.
Lo
que sucede en Montellano no es único en el país. Situaciones similares se
desarrollan en varios puntos del país.
Los
ilegales haitianos no llegan hasta aquí por casualidad. Se ausentan de su
territorio con un propósito y un fin. Con una planimetría debajo del brazo
elaborada con toda meticulosidad. Se van colocando en todas las esquinas
sigilosamente ocupando espacios en calles y carreteras.
No
es que llegan, sino que los traen. Ojalá podamos, si nos queda tiempo,
regularizar esta situación sin solicitar permiso a nadie, sólo con el derecho
que tenemos como país de hacer respetar nuestras leyes como lo hacen todos los
países libres del mundo.