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14 de febrero de 2025

"La desgracia de unos, la felicidad de otros": Necoclí, el remoto pueblo de Colombia que prospera con la crisis migratoria en el Tapón del Darién

José Carlos Cueto
El migrante venezolano José Gutiérrez. Fuente de la imagen,José Carlos 
Cueto / BBC News Mundo

Necoclí, Antioquia.- Los migrantes lo llaman "el paquete" porque por US$350 pagan alojamiento, comida, transporte en lancha y un guía hasta las puertas del Tapón del Darién, la difícil selva que atravesarán a pie camino de Estados Unidos.

El venezolano José Gutiérrez lo compró y parece satisfecho.

"Todo está muy bien organizado. El guía nos recogió en la terminal de buses, nos buscó dónde dormir, comer y abastecernos", dice este migrante joven y vigoroso, listo para emprender la travesía.

Gutiérrez aguarda sobre las 10 de la mañana junto a uno de los dos muelles de Necoclí, un remoto pueblo del norte de Colombia ubicado a pocos kilómetros del Darién, uno de los pasos migratorios más peligrosos del mundo.

Hoy el mar está bravo, así que aún no sabe si zarpará la lancha que lo llevará al otro lado del Golfo de Urabá para adentrarse en la tupida selva entre Colombia y Panamá, en la que cada año mueren decenas de personas.

Solo en 2024 murieron al menos 55, según estiman autoridades panameñas. Se teme que muchos otros desaparecen en el intento.

Por ubicación, servicios e infraestructuras, Necoclí se ha convertido en un paradero donde cada año cientos de miles de migrantes recuperan fuerzas y fondos antes de reemprender su odisea.

Uno podría pensar que este fenómeno mantiene en crisis a esta población de alrededor de 70.000 habitantes.

Pero desde que en 2019 aumentó el flujo de personas hacia el Darién, el poblado prosperó, no sin retos, con la industria de la migración.

Se disparó la oferta hotelera y de restaurantes, aparecieron decenas de tiendas que surten al migrante, se ampliaron y construyeron nuevas casas, se multiplicaron las motos y los viajes en bote. La economía se dinamizó.

"Aquí en Necoclí hay absolutamente de todo", me explica Gutiérrez.

Cuando el mar se calma, se acaba la incertidumbre para el venezolano. Más migrantes se le unen hasta superar la veintena.

Un guía da las últimas indicaciones y los abraza uno por uno. Les desea suerte. Un oficial de migración pasa lista. Los pasajeros toman asiento, poniendo a sus pies las pertenencias. El timonel enciende el motor.

La lancha zarpa, sortea las olas de la orilla y se mete mar adentro. Todo está coordinado.

Ruta de los migrantes desde Necoclí

La de los botes es una de las áreas que más lucro genera, de acuerdo a la secretaría de Turismo.

En Necoclí operan dos y cobran 170.000 pesos (US$38) por trayecto de ida y vuelta.

El migrante, aunque solo realice el viaje de ida, paga lo mismo.

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