13 de agosto de 2014

Vivencias de Leonel Cabrera

Poco común fue el ruido que rompió la quietud de la tarde de ese sábado de 1977. 

Gran parte del pueblo se desplazó hacia los agretes y empinados terrenos que bordeaban el lugar de emplazamiento del acueducto, y desde la Duarte, al lado del puesto de gomas de Perfecto Amarante, se divisaban gruesas columnas de polvo, como si un torbellino se lanzara sobre el desprevenido pueblo proveniente de los montes. 

Con asombro vimos a un intrépido flaco con uniforme de marciano dar un colosal salto sobre una moto Yamaha Amarilla, y llevarse en claro la profunda cañada que separaba un promontorio de otro. 

Cuando bajó al llano y detuvo su moto, una multitud de curiosos lo aplaudia con entusiasmo, se quitó el casco y saludó con su mano derecha extendida al cielo. Contemplábamos a Manolo, el rey del motocross de Estancia del Yaque y Navarrete.

La Biblia dice: "Y oi como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decían: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!" Apocalipsis 19:6

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