17 de abril de 2015

Militares y autoritarismo (1/2)

RAFAEL PERALTA ROMERO
El predominio del autoritarismo  entre quienes han  gobernado la República Dominicana desde su fundación, en 1844,  es una verdad incontrovertible.  La hegemonía militar ha colmado nuestra historia, ya con gobiernos presididos por militares, ya  por gobernantes  civiles, pero despóticos,  sustentados por las fuerzas armadas, en franco desmedro de su misión esencial. 
El autoritarismo no va en la ropa, como tampoco la fiebre está en la sábana, conforme al viejo decir. Pero han correspondido a los uniformados los roles  de principalía  para la aplicación de métodos y estrategias de gobierno abiertamente contradictores  de  la democracia, que resultan expresiones de tiranía y de barbarie.
La segunda mitad del siglo XIX -una tercera parte de nuestra vida republicana-  constituye una muestra   elocuente de la presencia militar en la política dominicana.    En esos 55 años (1844-1899)  ocuparon el solio presidencial cuatro ciudadanos  civiles: Santiago  Espaillat (1849), Ulises Francisco Espaillat (1876),  Fernando A. Meriño (1880) y  Francisco Gregorio Billini (1884), todos los cuales suman menos de cinco años de gobierno.
Eurípides Uribe Peguero  ha querido  enfocar  el controversial asunto  relativo al predominio  militar con la serenidad  que demanda  toda obra que  procura servir a la verdad científica, y puede asegurarse que su esfuerzo   ha resultado enteramente  válido, independientemente de las fallas de las que pueda adolecer el libro “Militares y Autoritarismo”, que será presentado el próximo martes.
  Ha centrado su estudio en los cien años   comprendidos  de 1916 a 2016, un periodo suficientemente abundante en ejemplos de ejercicio irregular del poder,  y de acciones  reveladoras de  la mentalidad autoritaria, todo lo cual conllevó un indeseado protagonismo  de los militares y en alta medida  su envilecimiento y menoscabo de la calidad moral.
Militar académico que alcanzó el rango de vicealmirante de la entonces Marina de Guerra, institución de la que fue jefe de Estado Mayor,  Uribe Peguero escudriña con benéfica sobriedad los acontecimientos de la centuria estudiada, la cual se inicia con la grosera ocupación del territorio nacional por parte de los Estados Unidos de América,  cubre los treinta y un años de la tormentosa Era de Trujillo, el golpe de Estado contra el presidente democrático  Juan Bosch, el  gobierno de facto del infausto triunvirato, la revuelta popular  de 1965, la segunda invasión gringa y los fatídicos doce años  del presidente Joaquín Balaguer.

No escapan al escalpelo escrutador de este autor, los gobiernos de Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, inscritos en la democracia formal, en los que sin duda alguna  se ha observado una apreciable disminución del autoritarismo y el crimen político, aunque perviven  entre los militares vicios como el enriquecimiento ilícito y la   búsqueda de privilegios que contravienen toda ética. 

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